lunes, 27 de marzo de 2023

EN EL FILO DE LA NAVAJA

Jn 8, 1-11

No se enteraban ni querían enterarse, eso es más grave, de quien era Jesús. Pensaron y, todavía siguen pensando muchos, que se le puede engañar. ¿Acaso no han tenido tiempo de darse cuenta que Jesús, el Hijo de Dios, que venció a la muerte, es invencible? Y tentados por quien les hace ver que ellos son más grandes, fuertes y poderosos le tienden una trampa. También lo hacemos muchos actualmente, pero la diferencia estriba en reconocerlo y, arrepentido, pedir perdón.

Aquellos al parecer no contemplaron esa otra oportunidad. Siguieron con su apuesta y su trampa y, tal como leemos en el Evangelio de hoy, le presentaron a esa mujer adultera. Podemos leer lo que dice el Evangelio y concluir en nuestra propia opinión. Pero, también conviene reflexionar y mirarnos por dentro, porque quizás, nosotros, estamos también incluidos en esa muchedumbre que le tienta y que juzga impunemente a quien no es más pecadora que nosotros mismos.

La ley puede ayudarnos a esconder nuestras propias faltas, porque de no ser así posiblemente seríamos más misericordiosos. Hay leyes injustas y quienes las legislan son los primeros en no cumplirlas. Hay muchos ejemplos en nuestra vida y, precisamente en estos momentos actuales se siguen cometiendo. Se legisla para unos mientras otros se excluyen por su propia voluntad. Cuando eres capaz de descubrir tu propia mentira, tu conciencia pueda ayudarte a corregirte y empezar un nuevo camino.

Algo así sucedió con aquellos escribas y fariseos cuando le presentaron a aquella mujer adultera. A la respuesta de Jesús decidieron tirar las piedras que tenían preparadas en sus manos y retirarse empezando por los más viejos. Posiblemente los que más tenían pecados. Quizás sea esa la lección que hoy podamos sacar para nuestro propio provecho e interés de proponernos cambiar el rumbo de nuestra vida.