martes, 1 de agosto de 2023

BUENAS Y MALAS HIERBAS

No hace falta confirmar que en el mundo hay buenas y malas hierbas. En eso todos estamos de acuerdo. La experiencia así nos lo dice y nos la hace ver a cada instante. La cizaña, el mal, ha sido sembrado al mismo tiempo que la buena semilla y crece junta a ella. Por tanto, el bien y el mal crecerán juntos.

Y eso lo vemos cada día: robos, injusticias, engaños, mentiras, malas intenciones y deseos, abusos, explotaciones, esclavitudes, vicios, drogas y hasta muertes. La cizaña ha crecido junto a la buena semilla. Deducimos que nuestra naturaleza humana está contagiada y herida por el pecado – cizaña – y establece esa lucha entre el bien y el mal.

Jesús explica muy bien el contenido de la parábola y deja muy claro el papel de cada uno: (Mt 13,36-43): En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los …

Queramos o no esa es la realidad de nuestra vida y lo experimentamos a cada instante de nuestro camino. Eso sí, nuestra esperanza, y confiamos fuertemente en nuestro Señor Jesús, el bien triunfará sobre el mal. Esa idea que debemos tener siempre presente en nuestro corazón nos ayuda a seguir adelante. Al final, lo dice el Evangelio: … De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del …

Nuestra esperanza descansa en la Infinita Misericordia de nuestro Padre Dios. Así nos lo ha anunciado su Hijo, nuestro Señor Jesús en muchas ocasiones: la mujer adultera – Jn 8, 1-11 -; la oveja perdida – Lc 15, 1-10. Porque, al menos yo, he sido cizañan en algún momento de mi vida y, por la Misericordia de Dios, he sido convertido a buena hierba. Y esa lucha será constante: Cada día debemos preguntarnos qué clase de hierba estoy sembrando en mi corazón. Por eso debemos esforzarnos en cultivar bien nuestro corazón y ponernos en manos del ese Labrador Bueno que es el Espíritu Santo, usando términos agrícolas, para que nuestra especifica huerta del corazón se convierta en buena hierba y dé buen fruto.