viernes, 8 de septiembre de 2023

NACIMIENTO Y DESPEDIDA ETERNA

Uno de los acontecimientos que me vigoriza, fortalecen y me llenan de esperanza es el pensar que el momento de mi muerte será el encuentro más esperado y deseado de mi vida: Encuentro con la Santísima Trinidad. Y digo esto porque todas mis ansias en esta vida y en estos momentos de mi camino están puestas en ese encuentro. Nada me ilusiona, apasiona y me llena de esperanza sino ese encuentro definitivo y eterno.

Porque eso quiero y busco, que sea eterno y pleno de gozo y felicidad. Y eso me anima al esfuerzo diario de vivir en su Palabra, en luchar por vencer mis egoísmos, mi soberbia, mis errores y pecados. Y también, simultáneamente, experimento mis debilidades, mis impotencias y mis fracasos. Mis desesperos de ver que no doy la talla, que le fallo cada día y que solo en y con Él podré vencerme y darme.

En ese contexto me doy cuenta de que su Misericordia es la clave. Sigo con esperanza, a pesar de mis caídas e impotencia, por su Infinita Misericordia. Y también experimento que algo voy mejorando por su Gracia. Sí, indudablemente, si miro para atrás veo que algo he avanzado y que con la asistencia del Espíritu Santo algo he mejorado. Y eso me da ánimo, confianza, esperanza y alegría.

Dios se ha hecho Hombre y, tomada esa Naturaleza Humana, me ha revelado el Amor del Padre y su Infinita Misericordia. Y me ha señalado el Camino, la Verdad y la Vida que, enterrada en mi corazón, estaba ya impresa a fuego. Y yo, humildemente y contando con Él, quiero irla desenterrando cada día un poco para que Viva en mí mi Señor Jesús, crucificado por amor para darme esa Vida que late dentro de mí. ¡Gracias, Señor.!

Y todo esto empezó con María, la Madre elegida por el Padre y que nos ha regalado su Hijo. Madre corredentora que nos acompañas y nos acoge y nos regala desde tu bendita entraña a tu Hijo, nuestro Redentor y Salvador. Amén.