Detrás del Sí de
María se esconden muchas conclusiones. Primero, dejar paso a la
prioridad del Plan de Dios; segundo, confiar en su Palabra y aceptar todas las
dificultades que se presenten. El camino no parece fácil ni sencillo. Las
incomprensiones se presentan inevitablemente, y los pareceres ante las
apariencias auguran un cúmulo de dificultades y obstáculos que no parece fácil
superarlos.
A pesar de eso,
María dice: Sí al Plan de Dios, y abre su corazón y pone plenamente su voluntad
al servicio y Voluntad – valga la redundancia – de Dios. Así, de esta manera,
aparentemente simple, empieza el Plan de Dios en este mundo. María, nuestra
Madre, hace de puerta para que su Hijo, nuestro Señor Jesús, sea el Redentor
que rescatará nuestra dignidad – manchada y herida – de la esclavitud del pecado. Pero, para ello,
María, una mujer sencilla y humilde, acepta participar en la historia de Dios
sabiendo de las dificultades, pero consciente de que Dios va a ser la prioridad
de su vida.
Vendrán días de
soledad, incomprensión, tristezas, sufrimientos e innumerables interrogantes
que no entenderá, pero, abre su corazón al Señor para que se haga presente en nuestra
historia humana y, por su mérito entre la Gracia y la Misericordia de Dios en
nuestras vidas, y, por ello, la salvación.