jueves, 30 de noviembre de 2023

CONSECUENCIAS DEL AMOR

Todos hemos experimentado alguna o muchas veces la compasión, el deseo de ayudar y la motivación de darnos gratuitamente al bien y servicio del otro. Abuelos, padres e hijos y familias unidas por vínculos de sangre lo han experimentado muchas veces. Sin embargo, hay un vínculo, por llamarlo de alguna manera, que une más que el propio vínculo, valga la redundancia, de la sangre. Hablo del Amor, ese amor por el que Pedro, Andrés, del que celebramos hoy su fiesta, Santiago y Juan se sintieron atraídos irresistiblemente por la Palabra de Jesús. Jesús que les mostró con su vida y obras el verdadero rostro del verdadero amor.

No podemos negar, y quien lo hace se miente a sí mismo, que dentro de nosotros arde un fuego irresistible de amar. Si bien, también es verdad, que ese fuego amoroso, contaminado por el pecado nos debilita, nos tienta y nos enfría ese deseo de amar transformándolo en deseo de amarnos a nosotros mismos olvidándonos de los demás. Es decir, nos convierte en egoístas hasta el punto de someter y matar por satisfacer nuestros deseos.

Jesús ha venido para eso, para liberarnos de la esclavitud del pecado y hacer que nuestro corazón dañado por el pecado se libere y ame, ame como realmente lo sentimos llenándonos de gozo y alegría. Porque, es ahí precisamente donde encontramos ese deseo de gozo y felicidad que tanto buscamos. Realmente, Pedro, Andrés, Santiago y Juan lo encontraron y, no solo eso, sino que nos lo han transmitido con sus vidas a nosotros. Hoy podemos darle gracias a Dios porque ellos, asistidos en el Espíritu Santo, respondieron a su llamada y nos han transmitido la Buena Noticia de salvación.