viernes, 9 de abril de 2021

DESESPERANZA Y DESENCANTO

 

Cuando las cosas no te salen como esperas, aparece el desencanto y la desesperanza. Concluyes que nada importa y, resignado y aceptando la fatalidad, emprendes la vuelta a la rutina de antes. Inicias tu propio regreso a Emaús desencantado y desesperanzado. Todo ha acabado y vuelve a lo mismo. Como si se trata de una vana ilusión, todo parece haber acabado.

Podíamos, a mi manera de ver, resumir así la vuelta de aquellos discípulos a Emaús. Unos regresan a la rutina diaria de su Emaús, y otros vuelven a la pesca. Es lo que hace Pedro, ¡me voy a pescar! Es la decisión de dar todo por terminado. Hay que volver de nuevo a lo que siempre hemos hecho, pescar peces. Y los demás siguen sus pasos. De alguna manera, Pedro está demostrando el por qué Jesús le había elegido el primado de su Iglesia.

Ambas actitudes descubren un regreso al pasado, al desencanto y resignación. Todo se ha acabado. Jesús ha muerto y nuestra esperanza se esfuma en Él. Y eso que ya habían tenido alguna respuesta de la Resurrección del Maestro. Las dudas, la incredulidad y los fantasmas están siempre presentes. ¿No nos ocurre también a nosotros lo mismo? ¿Cuántas pruebas y testimonios necesitamos para confiar y abandonarnos en el Señor? ¿Qué débil es nuestra fe?

No acabamos de descubrirle, ni de tener una experiencia vital de encuentro con Él. Estamos desencantados y pensamos dejarlo todo y volver a nuestra rutina mundana. Creo que esa es la actitud de aquel grupo que había compartido aproximadamente tres hermosos años de esperanza y de gozo con Jesús. Habían puesto todas sus esperanzas en Él. Y, creo también, que esa puede ser nuestra actitud, la de resignarnos y quedarnos establecidos en una simple y superficial religiosidad de cumplimientos.

Pero, la realidad es otra, Jesús Resucitó desde una vez para siempre. ¡Y Vive entre nosotros! Necesitamos despertar y darnos cuenta de que Él sigue entre nosotros y nos acompaña en nuestro camino. ¡No perdamos la esperanza de encuentro, cada día, con Él! Está Vivo en la Eucaristía y dentro de cada uno de nosotros.