viernes, 19 de junio de 2020

PADRE E HIJOS

EVANGELIO - SAN MATEO 11,25-30 (con imágenes) | Evangelio san ...
Son dos palabras simples y sencillas: Padre e hijos. Si Dios es nuestro Padre, nosotros, por lógica, somos sus hijos. Y si hijos, todos seremos hermanos. Y eso nos implica en amarnos como el Padre nos ama. Así que por lógica y sentido común, hemos sido creados para, siendo hijos de un mismo Padre, seamos hermanos. Y esa relación nos compromete a amarnos, soportarnos y servirnos los unos a los otros. Y dentro de ese amor el perdón y la misericordia ocupan un lugar central.

Seguir a Jesús es enamorarse de Él. Y te enamoras cuando le dejas entrar en tu corazón y experimentas que su Palabra coincide y tiene eco dentro de ti. Experimentas que eso que oyes es lo que buscas; experimentas que eso que entra dentro de ti es lo que te da plena felicidad. Experimentas que cuando te abres con humildad y sencillez, la Palabra llega a tu corazón y la inunda de paz y gozo.

Entonces, te das cuenta que lo que ha dicho Jesús se cumple en ti cuando te abres humildemente a su Palabra: En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar ».


Se hace necesario confiarnos a Jesús, nuestro Señor, y humildemente, como si de niños se tratara, acércanos a Él con sencillez, humildad y confiados a y en su Palabra. Nuestra salvación está en nuestra proximidad a Él, en nuestra cercanía y apoyo en su Palabra y presencia. Porque, Él da descanso a nuestra fatiga y cansancio y fortalece nuestro camino haciendo llevadero nuestro yugo y ligera nuestra carga.