viernes, 4 de noviembre de 2022

ASTUCIA Y LUZ!

Es cierto que en algunos momentos de nuestra vida no actuamos como deberíamos y no ponemos todos nuestro esfuerzo en preocuparnos por buscar soluciones y poner remedio para evitar el mal. No se trata de, como este administrador injusto, actuar mal y con mentiras y robos. Se trata de ser astuto y ver a donde me lleva el comportarme mal y dejarme arrastrar por la ambición, el desenfreno, la irracionalidad y el placer.

No cabe duda de que el ambiente tiene su influencia e importancia. Un mal entorno puede llevarte a la corrupción y a tu propia destrucción. Los ambientes, si son malos, pueden arrastrarte al vicio, a los malos hábitos y a perderte. Por eso necesitamos la astucia de saber donde me meto, donde está el bien y el mal.

El amo alabó a aquel administrador injusto, no por lo que le robó, sino por su astucia para solucionar su problema. ¿Actuamos nosotros así, es decir, ponemos nuestro esfuerzo en dilucidar el bien del mal? Ciertamente, termina diciendo el Evangelio que los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz.

¿Qué hay dentro de nuestro corazón? ¿Qué objetivos perseguimos? ¡Buscamos dar satisfacción a nuestra soberbia, egoísmo, placeres, poder…etc.? ¿O buscamos actuar con transparencia, honradez, verdad y justicia? ¿Qué elegimos? Esa es la pregunta que nos suscita la Palabra de Dios en este Evangelio. Buscar la astucia, sí, pero siempre a la Luz de la Palabra de Dios.