viernes, 11 de agosto de 2023

LA FE EXIGE UNA VIDA DE RIESGOS, ESFUERZOS Y RENUNCIAS.

La vida de fe es un camino de renuncias que van contra la voluntad de nuestra propia naturaleza. Porque, nuestra naturaleza está contaminada por el pecado. Un pecado que nos arrastra a satisfacernos de nuestras pasiones, egos y vanidades. Y eso establece una lucha diaria y constante con nosotros mismos. Amar nos supone desprendernos de todos nuestros apegos, vanidades y, purificados en el Amor de Dios, darnos en servicio gratuito a los más necesitados.

Es evidente que quienes lo tienen todo en este mundo poco o nada necesitan. De ahí la gran dificultad, ya lo dijo el Señor, de que los suficientes materiales y espirituales – los ricos – les sean imposible salvarse. Porque, la salvación tiene que pasar irrevocablemente por la humildad. Y eso exigirá siempre desprendimiento, abajamiento y, sobre todo, pobreza de espíritu. Y será imposible conseguirla cuando en nuestros corazones la prioridad es el dinero, el poder, la fuerza, la fama, el éxito y todo tipo de vanidades.

La dificultad es perentoria, pero la fe nos alimenta y fortalece para seguir confiando en la superación, en la lucha y resistencia al mal. Es verdad que no lo conseguimos del todo, pero eso, por descontado, la sabe nuestro Padre Dios y nos anima, nos auxilia en y con su Espíritu y nos perdona con su Infinita Misericordia. A nosotros nos toca insistir, perseverar y confiar que con Él y por su Gracia podemos alcanzar un día la perfección. Cristo y yo mayoría aplastante.