El Evangelio de hoy es una maravilla. Una maravilla para todos
aquellos que creen y esperan esa felicidad eterna en el Señor. Todo nos será revelado
a su debido tiempo por el Espíritu Santo, así que es cuestión de tener
paciencia, perseverar y creer en la Palabra del Señor. Nos ha repetido muchas
veces la necesidad de creer y de ser perseverante y eso tendrá su premio.
No podemos precipitarnos y desesperarnos. Las cosas llegaran a su tiempo,
como también llegará el tiempo de la salvación. Tenemos que tener paciencia y
creer en el Señor. Todo llegará. Igual que un niño va creciendo y va recibiendo
los conocimiento, desde aprender a leer hasta llegar a conocer el mundo en el
que vive, y muchas cosas más que de niño no podía entender y ahora sí, también
sucede con la Palabra del Señor. Y de eso es encargado el Espíritu Santo, que
será el que nos vaya enseñando todo lo que se nos ha dicho y lo que nos falta
por aprender.
Porque, Él, el Espíritu nos guiará a la Verdad Plena, pues no hablará por
su cuenta sino lo que oiga anunciándonos lo que ha de venir. Por lo
tanto, sin el Espíritu Santo no podremos avanzar en el conocimiento de la
Palabra de Dios ni en dar Gloria al Señor, porque, como nos dice la Palabra en
el Evangelio de hoy, Él recibirá del Señor y nos lo dará a todos nosotros, pues
todo lo que tiene el Padre es también del Hijo.