jueves, 11 de julio de 2019

SIEMPRE BUSCAMOS ALGUNA RECOMPENSA

Resultado de imagen de Mt 19,27-29
Todo lo que hacemos tiene siempre algún motivo. Es, diría, condición humana el buscar una compensación ante el hecho de darnos. Es verdad que el amor que se nos exige dar, así como el anuncio de la Buena Noticia de Salvación es gratuita y no busca ningún interés ni espera recibir nada a cambio, pero no podemos obviar que en el fondo de nuestra actitud de darnos y entregarnos por amor está el alcanzar la Gloria que Dios, nuestro Padre, nos ha prometido.

Siempre he dicho que el cristiano creyente y comprometido, en ese sentido, es el más egoísta del mundo, pues se da y se entrega buscando el mayor Tesoro que pueda existir. Pero un Tesoro al que se llega entregándose por amor y de forma desinteresada y gratuita. Por eso, ante la pregunta de Pedro, el Señor Jesús le responde: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna».

Detrás de la entrega y del compromiso de seguimiento cumplido hay toda una recompensa del ciento por una, pero, lo más grande es:  "La Vida Eterna".  Por eso, se hace necesario anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios y anunciarlo, no sólo con la Palabra de Dios sino también respaldándola con nuestra vida, que nos exige dejar todo lo que nos impida servir, curar, limpiar y vencer todo mal. Es decir, todo aquello que nos ate y nos aparte de la acción del Espíritu Santo que nos conforta y nos da la fortaleza para cumplir con el servicio de amor voluntario e incondicional.

Por eso, necesitamos ir en actitud de desprendimiento, de ligereza, de todo aquello que nos pueda atar y apegar a las cosas. Ir solamente y fundamentalmente afianzado en la fuerza de Dios más que en nuestras propias fuerzas y seguridades. Ir consciente de que la obra es de Dios y no nuestra y ponernos en sus Manos.