viernes, 16 de agosto de 2024

EL AMOR ES UN COMPROMISO ETERNO

Sucede con mucha frecuencia, más de lo habitual, confundir el matrimonio con la pasión. Dicho de otra forma, la pasión es el vehículo donde se asienta la vida conyugal. Y, debilitada esta pasión, la unión conyugal pierde todo su sentido. Craso error que conlleva la ruptura matrimonial.

Nada más lejos de la realidad tener este concepto de lo que realmente es el matrimonio. Apoyar y fundar el Sacramento del matrimonio en la atracción física y sexual es el disparate más grande de la unidad conyugal. Con la edad, incluso con la convivencia asidua y sexual, surgirán problemas y, quieras o no, eso te exigirá soportar, aceptar y sacrificar muchas cosas que te resultarán pesadas, duras y hasta desilusionantes. La experiencia nos lo descubre en el tiempo.

Y llega el momento de que, sólo el compromiso de amar sin condiciones y estar dispuesto y abierto al servicio mutuo, dará sentido a la unión y al matrimonio. Porque, realmente, el amor es un compromiso para toda la vida y nunca se puede gastar, y menos acabar. El amor cuando es de verdad es eterno. ¿Entenderíamos que Dios, que nos ha creado por amor, dejará de amarnos?

Si en un momento determinado has decidido unir tu vida por amor a otra persona – hombre y mujer - ¿cómo puedes decir que ya no existe ese amor? Seguramente hay otras causas que están dentro de ti, otros deseos sexuales, otras ambiciones, otros proyectos y egoísmos que te impulsan a romper tu compromiso de amor. Y eso es una gran mentira a ti mismo. Amar exige esfuerzo, despojo, sacrificio y, sobre todo, compromiso. Y quien no entiende esto estará, como veleta al viento, saltando de nido en nido hasta que se canse y vea el vacío que ha dejado en su vida.

Es Palabra de Dios, el matrimonio, el verdadero matrimonio es para toda la vida. Y Dios no se equivoca. Somos nosotros los que nos equivocamos porque anteponemos nuestros egoísmos y satisfacciones a nuestros compromisos. Eso lo descubrimos realmente con nuestros hijos. Somos capaces hasta de dar la vida por ellos. ¿Y cómo no por nuestro matrimonio?