miércoles, 25 de septiembre de 2019

Y TÚ, ¿TE CONSIDERAS DISCÍPULO?

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Lc 9,1-6
La cuestión que te plantea hoy el Evangelio versa sobre tu compromiso de bautismo, porque al ser bautizado has contraido un compromiso como hijo de Dios. Y ese compromiso de hijo te exige desde tu libertad a dar a conocer a tu Padre. Es lo normal, cada hijo gusta de presentar a su padre y de hablar de él. Cuanto más cuando se trata de un Padre especial, Inifinitamente bueno y que quiere ser Padre de todos y salvarlos de la esclavitud del pecado.

Por eso, todos los bautizados hemos contraido el compromiso de proclamar la Buena Noticia que Jesús, el Señor, nos ha revelado y transmitido. Y lo hacemos desde la coherencia de nuestra fe. Tal y como decíamos ayer. Cuando tienes fe vas dejando una estela de tu obrar y de tu realidad, porque, tu fe ilumina tu vida y deja la huella de tus obras. Porque, cuando tienes fe se enciende tu corazón e ilumina por donde transitas y respiras.

Tú eres también discípulo y, por y con la Gracia de Dios, recibida en tu bautismo, puedes, desde el lugar que ocupas en este mundo, dar testimonio, desde tu fe, que el Señor, el Hijo de Dios, ha venido a salvarnos y con su muerte de Cruz ha pagado el rescate para devolvernos la dignidad de hijos de Dios. Y eso lo transmites, por tu fe, desde el acontecer de cada día en tu trabajo, en tu familia, en tu comportamiento y relación con los demás, en tu forma de actuar desde la honradez, la justicia y la solidaridad. Tú también eres discípulo y el Señor, que nos ha elegido y nos llama, espera que tú y yo le respondamos.