sábado, 9 de julio de 2022

TODO ESTÁ BAJO LA MIRADA DE DIOS

Mt 10,24-33

Pedro mostraba una cara de preocupación porque se sospechaba de él. Al menos no se sabía con certeza sus buenas intenciones y su actuación estaba algo señalada y en sospecha. Quería alzar la voz y dejar claro que él no tenía segunda intenciones y que su primera y única intención era hacer las cosas bien y vivir en la verdad.

Cuando llegó Manuel, la apesadumbrada y reflexiva cara de Pedro le llamó la atención. ―¿Qué te ocurre, Pedro. Te noto preocupado.

―No sé exactamente lo que es, pero, presiento que no me han entendido los compañeros de trabajo y, posiblemente, estén pensando mal de mi actuación.

―No te preocupes. La verdad siempre prevalece y sale a la luz ―respondió Manuel.

―Eso espero y en esa esperanza me apoyo. Pero ¡estoy preocupado!

―Lógico. Siempre nos preocupamos y buscamos que se nos entienda y respete. Pero, hay veces que todo se enrolla y la oscuridad trata de esconder la verdad. De cualquier forma ―siguió Manuel, la vida pone las cosas en su sitio. Nunca olvides, lo acabo de leer, el Evangelio de hoy: (Mt 10,24-33): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por Dios está en todo y lo ve todo. La verdad saldrá siempre a flote…

Esa es mi esperanza y en Él, mi Padre Dios, pongo todas mis esperanzas.

 

La vida nos juega muchas veces curiosas estampas en las que la realidad queda oculta y escondida en la desinformación. Es verdad que a veces queramos levantar la voz y llevar a la luz la buena obra que hemos hecho y nos preocupa que eso se diluya y esconda. Pero, no perdamos – como ocurrió con Pedro – la esperanza y la fe que Dios, nuestro Padre, lo ve todo y lo sabe todo. 

Por tanto, una cosa que deberemos tener muy en cuenta es que nuestro público es, precisamente, nuestro Padre Dios. Él ve la intención que sale de lo más profundo de nuestro corazón y sabe la bondad de su intención. Por tanto, descansemos en el Señor sin perder de vista que no seremos más que Él, nuestro Maestro, ni que no nos irá mejor que Él. La cruz está grabada en nuestro corazón y, afrontarla con la paz y seguridad de que Él va y camina con nosotros, nos debe llenar de paz y seguridad. Eso debe reforzar nuestra actitud de, tanto proclamar  como vivir siempre en la verdad.