martes, 29 de marzo de 2022

CUANDO LO PRIMERO E IMPORTANTE ES EL CUMPLIMIENTO

Jn 5,1-3.5-16

Estamos ciegos cuando damos prioridad al cumplimiento como lo más importante de nuestra vida. Damos prioridad a la ley antes que, a la persona humana, y ponemos a ésta en función de la ley. Sucede, ya lo hemos visto en otras reflexiones, con la ley del sábado. Parece ser que la Ley está antes que el Amor Misericordioso de nuestro Padre Dios. Esto significa que el está, como ya hemos dicho, el cumplimiento antes que Dios. Es decir, la Ley antes que el amor. La pregunta que se nos plantea es: ¿Está primero la Ley y el cumplimiento antes que el Amor a Dios? Ese es el interrogante al que debemos responder.

Jesús mira por la persona antes que para Ley. El hombre está primero, para Él, que la Ley y cualquier clase o norma de cumplimiento. Su venida a este mundo es, precisamente, para liberar al hombre de la Ley y de todo aquello que lo esclaviza y somete. Por lo tanto, Jesús, el Señor, mira primero la necesidad antes que la Ley. La necesidad, sobre todo, de aquel que se experimenta impotente y necesitado de ayuda. Jesús se compadece y, en consecuencia, actúa. No tiene en cuenta el tiempo ni la Ley. Pregunta, eso sí, si quieres ser curado, pues respeta tu libertad, y ante la respuesta afirmativa, actúa. Sana y salva, para eso ha bajado de los Cielos, y te invita a vivir en el amor y la misericordia. Te invita, porque eres libre para aceptar o rechazar su invitación.

Posiblemente, los judíos, amantes de la Ley y el cumplimiento, no están tan de acuerdo con Jesús. Esa es la razón por lo que le persiguen. Ellos quieren obediencia a una ley que ellos dominan, someten e incluso legislan mirando por y para sus intereses. Una ley que, llegado el caso, interpretan demagógicamente. ¿No nos ocurre hoy algo parecido? La ley no siempre es lo correcto y lo justo. Es, en muchos casos, partidista arrimándose al poder y siendo tajante y exigente en el cumplimiento para el desvalido y pobre.

Hoy, aunque no nos demos cuenta, padecemos muchas parálisis. Posiblemente, podamos movernos y comunicarnos con mucha facilidad, pero, ¿somos, por eso, más libres? Nos paralizan nuestra suficiencia, poder y riqueza, soberbia y envidia…etc. Y, lo peor, nos creemos que somos capaces de bastarnos por nosotros mismos. Nuestra parálisis tanto óptica como mental es total.