martes, 13 de junio de 2023

NO ERES TÚ, ES TU TESTIMONIO QUIEN DA LUZ O SOMBRA A LOS DEMÁS.

Tu forma de ver y actuar dará luz o sombra a los que te ven o reciben los efectos de esa forma de actuar tuya. De modo que según tus obras tu vida será luz y sal o sombra y oscuridad. Ese es en definitiva tu testimonio que si va acompañado de tu palabra según la recibes del Señor, tu luz y sal será brillante y sabrosa para la vida de los que te ven y te rodean.

De ahí la importancia de tu ser y obrar. Porque, de no ir tu palabra en correspondencia con tus obras, la luz y la sal que tu vida desprende llegará mermada en penumbra y desabrida en gusto al corazón de los que las reciben. Significa eso que la coherencia, según la Palabra de Dios, entre tu vida y tus obras tiene que corresponderse. De no ser así no llegará al corazón de los que la ven y la reciben.

Experimentamos que nuestras obras serán buenas si estamos abiertos a la acción del Espíritu Santo. Porque es el Espíritu de Dios quien obra en nosotros nuestras buenas acciones y quien convierte nuestros errores en actos buenos y obras de amor. Es lógico y de sentido común que de un pecador no puede salir nada bueno, al menos lo suficiente bueno para alumbrar y salar el corazón de otro. Solo injertados en el Señor nuestras obras serán buenas y tendrán la luz y la sal que realmente alumbren y den sabor a la vida de los demás.

Realmente seremos luz y sal en la medida que sepamos humildemente aceptarnos como hijos de un mismo Padre Dios y que nuestras vidas, injertadas en Él, sean instrumentos en sus manos para, por su Gracia, ser y dar luz y sal de su Amor Infinito y Misericordioso, la Buena Noticia de salvación.