jueves, 27 de enero de 2022

LUZ QUE ALUMBRA A LA HUMANIDAD

Mc 4,21-25

 

Sería un contrasentido esconder la luz. Su función natural – para eso ha sido creada por Dios – es alumbrar, dar claridad. Bien, es verdad, que hay una luz, descubierta por el hombre, artificial que desnuda la oscuridad y permite ver con los ojos que Dios nos ha dado los colores, la naturaleza y todo lo que hay en el universo. Amén de la luz del sol con la que vemos y gozamos de la hermosura de los colores y de nuestros rostros.

Sin embargo, hay una luz que no necesita la luz – valga la redundancia – del sol, ni tampoco la descubierta por el hombre para ver. Par ver lo verdaderamente importante, el Amor y la Misericordia de Dios. De eso nos el Evangelio de hoy, de esa Luz que viene de Dios para alumbrar a toda la humanidad y para abrir los ojos a todo hombre que busca la única y verdadera salvación eterna: Aceptar la Misericordia Infinita de nuestro Padre Dios.

Tras la muerte y Resurrección de Jesús, su Palabra es la máxima expresión del Amor de Dios. Es Luz para toda la humanidad. Crucificado y abandonado, tras tres días de silencio y muerte, su Resurrección Gloriosa alumbra al mundo. Es, por tanto, la Luz que alumbró y alumbra, al mundo de ayer y al mundo de hoy. Y que, después de más de dos mil años continúa haciéndolo. Es el Camino, la Verdad y la Vida. Su Palabra refleja verdad y justicia. Es Luz para todos aquellos que tienen sed de verdad y justicia.

Sin embargo, hay quienes, ya lo hicieron unos en su tiempo, quieren erradicarlo también ahora. Tratan de apagar esa luz, de esconderla debajo de la mesa, de secuestrarla en las sacristías, de expulsarlas de los colegios…etc. Y, disparatadamente, niegan su Resurrección tratando de abajarlo del lugar prominente desde donde alumbra a la humanidad. Les será imposible, la Luz siempre emergerá y alumbrará. Y, de la misma manera que no escuchan, tampoco serán escuchados por Dios. Tendrán la misma medida que la que ellos han medido.