sábado, 26 de octubre de 2019

LA COSECHA SE MUESTRA CON LOS FRUTOS

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Lc 13,1-9
La vida ha sido creada para dar frutos y eso es lo que se espera de toda persona, negocio o campo de cultivos. Frutos que se traducen en haber hecho bien el trabajo o el cultivo. La labor de una persona se descubre en sus frutos. Y si eso no se produce nos sentimos mal y hasta experimentamos que hemos fracasados. Todos, en lo más profundo de nuestro ser sentimos que tenemos una misión. Y el resultado de esa misión son los frutos que dé, que deben de ser buenos para que la misión resulte satisfactoria y bien realizada.

Muchos se sienten inútiles o que no sirven para nada. Experimentan que sobran y eso les puede llevar al abismo depresivo con fatales consecuencias. Todos servimos para algo. Hay muchas clases de misiones, muchas aparentemente insignificantes y otras más relevante e importantes, pero todas son muy importantes ante Dios. Porque, todo nos ha sido dado por nuestro Padre Dios y lo que hagamos cada uno es don de Dios que nos lo ha regalado. Por tanto, quienes realicen labores o misiones pequeñas son porque han recibido esas misiones pequeñas que, a los ojos de Dios, son de máxima importancia. Lo que importa es que la hagamos bien, dándonos en la labor con todo nuestro empeño y fuerzas.

La comunidad dará frutos en la medida que todos sus miembros aportemos nuestra trabajo y demos frutos. Una cosa es cierta, el Señor nos dará tiempo para que nuestros frutos maduren y, mostrados al mundo, sean beneficio para los que lo necesitan. El Señor, utilizando nuestro esfuerzo y trabajo, los cultiva, abona nuestro corazón con su Gracia y nos prepara para que demos frutos. Unos frutos en los que tú, entregando tu libertad, entregas también todos los talentos recibidos.

No esperes que el Espíritu Santo haga todo mientras tú te cruzas de brazo, porque se te ha dado unas capacidades y una libertad para que la pongas para el bien de los más necesitados. La libertad no es para que hagas lo que te da la gana en orden de tus intereses, beneficios y egoísmos, sino para entregarla, por la Gracia de Dios, para el bien de todos aquellos que la necesitan poniéndola al servicio, con todos tus talentos, para el bien de los más pobres y necesitados.