martes, 23 de julio de 2019

PERMANECER PARA DAR FRUTOS

Resultado de imagen de Jn 15, 1-8
Los frutos son el resultado de la perseverancia y de los cuidados de cada día. El fruto necesita tiempo y un tiempo donde se le vaya dando el tratamiento adecuado y los cuidados necesarios. Sólo de esa manera el fruto verá la luz. De la misma manera, nuestra fe será el resultado de perseverar en el Señor y confiar el Él. Tendremos fe en la medida que, pidiéndola al Señor, permanezcamos en su presencia y perseveremos con paciencia que nos la dé. Porque la fe es un don de Dios y el la da cuando quiera.

Nada podemos objetar ni decir al respecto. El Señor es el dueño de todo lo creado tanto visible como invisible y dispondrá de ello como quiera. Sin embargo, sabemos y esperamos de su Bondad, de su Amor y de su Misericordia. Jesús, el Hijo de Dios enviado a este mundo nos lo ha anunciado y enseñado así. Nos habla de un Padre Dios Infinitamente bueno y misericordioso y eso nos llena de esperanza, alegría y gozo.

Por eso, en la medida que permanezcamos unidos al Señor nuestros frutos saldrán a la luz. No cabe duda que sin Él no daremos frutos, porque, los frutos nacidos de nuestro esfuerzo son frutos cultivados con el estiércol y el abono de nuestros pecados y nuestra mala tierra. Serán frutos de mala calidad y en mal estado pues nacen contaminados con y por el pecado. Necesitamos, pues, estar injertados en el Señor para dar frutos buenos.

Permanecer en el Señor significa vivir en fidelidad a Él siendo fieles a sus enseñanzas y en el esfuerzo de encarnar en nuestra vida la vivencia de su Palabra. Significa empezar de cero cada día, porque, cada día es un nuevo esfuerzo y una nueva oportunidad para probarnos en el Señor siendo fieles a su Voluntad. Por eso, en cada instante de nuestra vida debemos esforzarnos en hacer bien, desde la Palabra de Dios, todas nuestras obras porque ellas son un hermoso regalo y una nueva oportunidad para demostrarle nuestra obediencia, fidelidad y amor.