lunes, 2 de noviembre de 2020

UN LUGAR EN EL CIELO

Jn 14, 1-6
 
No es un sueño ni tampoco una ilusión. Es una promesa hecha por quien siempre cumple lo prometido: "No estéis angustiados. Confiad en Dios, confiad también en mí. En la casa de mi Padre hay sitio para todos; si no fuera así, os lo habría dicho; voy a prepararos un sitio. Cuando me vaya y os haya preparado el sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que, donde yo estoy, estéis también vosotros; ya sabéis el camino para ir adonde yo voy". Tomás le dijo: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino?". Jesús le dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí." 
 
Hay algo más grande y hermoso que esta promesa que nos ha hecho el Señor, que con su Resurrección ha vencido la muerte y nos ha prometido que nosotros también resucitaremos si estamos en y con Él. ¿Te ofrece esto el mundo o a cambio de placeres y espejismos caducos te tienta y amenaza tu vida condenándola a vivir eternamente alejada de tu Padre Dios?

Nuestro destino es la Vida Eterna. A ese banquete hemos sido invitados y para eso Dios, nuestro Padre, nos ha creado. Sería una tragedia - la peor tragedia - perder esa oportunidad que tenemos en el recorrido de nuestra vida. Porque, Jesús nos lo ha dicho, volverá y será para llevarnos a esa morada que ahora prepara para nosotros. Abramos los ojos y no nos dejemos embaucar por la falsas seducciones que el mundo nos ofrece.