miércoles, 26 de octubre de 2022

ÚLTIMOS QUE SERÁN PRIMEROS Y PRIMEROS QUE SERÁN ÚLTIMOS.

Con estas palabras, que he tomado para el título de la reflexión de hoy miércoles, pronunciadas por Jesús al final del Evangelio se nos anuncia claramente que lo importante no es estar ni cumplir, sino ser y vivir la misericordia y ternura del Amor de Dios. La parábola del fariseo y publicano, que nos narra Jesús en el Evangelio del domingo, nos pone en guardia. No se trata de cumplir sino de reconocer nuestras limitaciones y pecados y, en consecuencia, la necesidad de que sea Dios, nuestro Padre, quien nos salva y nos da ese regalo inmenso y gratuidad de eternidad y felicidad.

Lo importante es vivir el instante con verdadero amor. Amor misericordioso y disponible para mejorar desde la verdad y la justicia todo lo que nos rodea y nos ha sido dado para, conservándolo, transmitirlo y dejarlo, si es posible, mejorado, en manos de las generaciones que nos siguen. Porque, todo dependerá de eso, de nuestro amor disponible y entregado para el bien de los demás.

Es evidente que es fácil decirlo, como hago yo ahora, pero totalmente diferente vivirlo. Entrar por la puerta estrecha no es nada fácil. Se necesita esfuerzo, voluntad, deseo y, sobre todo, fe y esperanza. Todo eso dará como resultado la caridad, porque sin caridad será imposible abrir esa puerta estrecha. Jesús nos dice que muchos intentarán entrar pero no podrán. Y es que para entrar por esa puerta y recorrer ese camino se necesita humildad, esperanza y fe.

Da miedo leer lo que Jesús dice al final de este Evangelio: “No sé de donde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad” Allí será el llanto y rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera.  

Un santo temor que nos invita a confiar en la Infinita Misericordia de Dios y a, arrepentidos, esforzarnos, tal y como nos invita y nos dice Jesús, a entrar por la puerta estrecha. Es el mejor camino para tomar que nos lleva a esa felicidad eterna que buscamos.