lunes, 20 de abril de 2020

NACER DE NUEVO

Nicodemo, el simpatizante rico de Jesús
Jn 3,1-8
Cuando tú quieres empezar algo nuevo tratas de renovarte, de cambiar y de empezar tu vida de otra forma. Proyectos nuevos demandan vida nueva. Hasta cierto punto es razonable. Nicodemo, que temía ser visto por los demás y que descubrieran su sentir y admiración por Jesús. Y, sobre todo, su concordancia con lo que Jesús decía y hacía, se acercó a Él por la noche con la intención de no ser visto.

También hay muchos Nicodemo en nuestra época de ahora que llevan una doble vida o una vida de fe algo descafeinada, oculta y escondida. Una vida de fe de dos caras, una religiosa cuando se está en la comunidad, y otra diferente cuando se vive en la relación con los demás socialmente. Sin embargo, Nicodemo, más que ocultarse era prudente y, por las circunstancias, no podía romper con su situación de forma repentina. Necesitaba madurar.

Nacer de nuevo exige un cambio brusco, aunque eso no signifique que sea de la noche a la mañana, sino que ese cambio, con el tiempo irá creciendo en madurez y entrega. Porque, cuando se abre el corazón a Cristo nuestra vida cobra, se despierta y ve un mundo diferente, un amanecer con ojos lleno de amor para ver el mundo con humildad, paciencia, comprensión, suavidad y bondad. Nacer de nuevo significa nacer del Espíritu de Dios que, en nuestro bautismo, al recibir al Espíritu Santo renacemos a una vida nueva.

Y permanecer en el Espíritu Santo nos exige estar abierto a sus impulsos, que traerá, como consecuencia, despojarnos de nuestros proyectos e ideas para iniciar lo que el Espíritu nos señale y a donde el Espíritu Santo nos lleve. Como vemos, se trata de un nuevo camino, que no tiene que ser un camino diferente al que estamos recorriendo, sino un camino con una mirada nueva y desde la acción del Espíritu Santo.