jueves, 26 de marzo de 2020

¿QUÉ ESCONDEMOS EN NUESTRO CORAZÓN?

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Detrás de nuestros pensamientos, ¿qué se esconde? Confesamos muchas cosas, entre ellas nuestra fe, pero, ¿realmente, creemos en Xto. Jesús? En el Evangelio de hoy, Jesús nos descubre y nos deja al desnudo. Él no necesita testigos, aunque el testimonio de Juan lo señala como el Mesías que ha de venir. Por sus propias obras, que el Padre le ha concedido realizar, queda testificado su divinidad y envío.

Es verdad que el testimonio de Juan nos ayuda y refuerza a confiar en la Palabra de Jesús, pero, son sus Obras y su Vida las que nos certifican verdaderamente que Jesús es el Hijo de Dios. Sin embargo, la duda siempre está presente dentro de nosotros. Confiamos más en los hombres que en Dios, y nos dejamos influir más por los razonamientos y halagos de los hombres que por la Palabra de Dios.

Decimos que creemos, y en realidad así es, pero, dentro de nuestros corazones hay muchas dudas y vacilaciones que nos impiden entregarnos como verdaderamente desearíamos a la Palabra del Señor. Leemos las escrituras y confesamos nuestra fe y nuestra entrega, pero, luego, experimentamos que nuestra entrega está condicionada por muchas cosas y que nuestra fe, si la hay, es muy débil. Realmente, no sabemos ni lo que se esconde en nuestros corazones y, en el Evangelio de hoy, Jesús nos lo descubre y nos invita a darnos cuenta de nuestra realidad.

La experiencia nos demuestra que en muchos momentos que defendemos causas aparentemente justas, o confesamos nuestra entrega a la causa del Señor, estamos, en el fondo, defendiendo nuestra gloria, nuestro honor y nuestro prestigio ante los demás. Y buscamos ser admirados y bien considerados. Por eso, nuestra entrega y disponibilidad no es la debida porque está condicionada por nuestro egoísmo, nuestro interés y nuestro verdadero pensamiento.