viernes, 3 de abril de 2020

LA ORACIÓN Y LA FE

Sergio E. Valdez Sauad: Juan 10,31-42. OBRAS SON AMORES | Juan 10 ...
Jn 10,31-42
Los sumos sacerdotes, escribas y fariseos no están dispuestos a perder sus privilegios de mando, de ser los que dirigen al pueblo y los que deciden según la ley. Para ellos hay tres cosas, la ley, los profetas y las tradiciones y consideran que Jesús, que les viene a cambiar su forma de vivir y de ser, y que les incomoda con su Palabra, es un blasfemo. Blasfemo porque se presenta como hijo de Dios y eso representa para ellos un paso atrás. ¿Cómo se van ellos a despojar de su autoridad y su poder?

La hora se aproxima y los judíos maquinan ya la forma de ejecutar a Jesús. Se descubre ya el móvil por el que quieren matarle. Le acusan de blasfemo: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios». Mis obras descubren mi procedencia, pues hago las obras de mi Padre y ellas dan testimonio de mi Palabra. Mi Padre está en Mí y Yo en mi Padre.

El problema se esconde en las limitaciones de la mente humana. No podemos razonar la divinidad de Dios. No llegamos a entender el Misterio de la Santísima Trinidad por mucho que nos esforcemos. La solución es la oración y la petición. Tendremos que pedir el don de la fe para, entender al Señor. Nosotros solo llegamos hasta un límite y desde ahí todo depende de Dios. Pero, ese es el límite al que, por nuestra capacidad de libertad, tenemos que llegar.

Sabemos que el mundo no ha nacido de un impacto que originó este orden asombroso, sino de un acto creador. Ese Creador es Dios y Jesús, el Hijo enviado y hecho Hombre nos lo ha revelado con su Palabra y sus Obras. Y, sobre todo, con su Vida, entregándola para nuestra salvación. De ahí en adelante necesitamos la oración para pedir esa luz y sabiduría que nos ayude a conocerle mejor cada día. O lo que es lo mismo, una conversión de cada día.