Mostrando entradas con la etiqueta templo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta templo. Mostrar todas las entradas

sábado, 9 de noviembre de 2024

UN ESPACIO DE RELACIÓN CON DIOS Y LOS HERMANOS

El Templo no es un lugar cualquiera, es el espacio donde acudimos a citarnos y relacionarnos con Dios. Nosotros somos sus criaturas y vamos en busca del Creador. Utilizar el templo para otra cosa sería desubicarnos de lo que realmente significa el Templo.

Bien es verdad que al mismo tiempo nos relacionamos entre nosotros. Nos saludamos e intercambiamos algunas palabras de bienvenidas o de interesarnos unos por otros. Nunca olvidemos que somos templos del Espíritu Santo, y el Señor está en cada uno de nosotros. Pero, siempre nuestras relaciones deben estar apoyadas y situadas en el Señor. Él siempre en el centro de nuestras relaciones, en la prioridad de nuestra relación.

Por desgracia, quizás por no darnos cuenta, convertimos el templo en cita de amigos, de relaciones frívolas, sociales y de utilizarlo para dar un paseo, arreglarnos, estar a la moda y distraernos. Sin apenas caer en la cuenta de que arrinconamos al Señor, o simplemente, cumplimos las prácticas que nos dan esa oportunidad de estar integrados en el círculo social que nos da vida social.

También, quizás sin intenciones, lo convertimos en diferencia de clases. Según nuestra elegancia, vestidos y presunción de aparentar más que los demás. De presentarnos como superiores a los que van, posiblemente por carencias económicas, con menos presencia o menor elegancia. De cualquier manera no debemos nunca olvidar que todos somos hijos de un solo Padre, y Él sabe todo lo que hay dentro de nuestros corazones. Ese simple pensamiento nos debe ayudar a presentarnos con más humildad y escucha a la Palabra de Dios.

domingo, 3 de marzo de 2024

LA EXPULSIÓN DE LOS MERCADERES DEL TEMPLO

Nos extraña la forma en la que actúa Jesús con aquellos que mercadeaban en el templo. Sabemos que no es su estilo pero al parecer no contuvo su enfado y arremetió de forma algo violenta contra aquellos mercaderes. Sin embargo, aunque no nos parezca bien pensamos y aceptamos que si el Señor actuó así, esa debía ser la forma correcta. Jesús nos conoce y sabe en cada momento como tiene que tratarnos.

A la pregunta sobre los signos que le piden los judíos, la respuesta de Jesús es contundente y no se hace esperar: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré». Ellos, como también nosotros ahora, no lo entendemos. Porque, aunque ahora sabemos que se refería a su Cuerpo – la Resurrección al tercer día después de ser crucificado – muchos dudamos e incluso rechazan esa resurrección. Ha pasado mucho tiempo, pero todo sigue igual. Muchos se resisten a creer y, quizás sin darnos cuenta mercadeamos en el templo de alguna manera.

Quizás este Evangelio y está época cuaresmal nos puede servir de escenario para replantearnos nuestra fe y nuestra conversión de nuevo. Una fe y una conversión que debemos replantearnos todos los días asistidos e injertados en el Espíritu Santo. Pidamos esa Gracia y, sobre todo, que aumente nuestra fe.

martes, 28 de noviembre de 2023

MIENTRAS, CONSTRUYAMOS EL REINO

Es evidente que cada época trae sus contratiempos y tragedias. De siempre hemo oído y conocido grandes terremotos, huracanes, tsunami y catástrofes de todo tipo. Y en la actualidad se siguen produciendo. Muchos quieren avisarnos de que eso preconiza el final del mundo; otros aprovechan para ordenar el mundo y organizarlo según sus ideas, proyectos e intereses, y muchos andamos confundidos con tantos avisos y advertencias.

No nos confundamos. Jesús nos lo deja muy claro en el Evangelio de hoy martes: (Lc 21,5-11): En aquel tiempo, como dijeran algunos acerca del Templo que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida».

Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?». Él dijo: «Estad alerta, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y…

Mira y observa lo que está pasando. Hay muchos comentarios y muchos que están empeñados en aventurar lo que va a suceder en varios años y que el mundo se va a destruir…Otros nos hablan de deshielos, de contaminación y de medidas ecológicas, sin embargo todos siguen el mismo ritmo de vida, sobre todo los más poderosos, y pocos son los que se preocupan por cuidar el mundo que Dios nos ha dejado.

Todo llegará a su tiempo El Señor nos ha revelado las señales y prodigios que aparecerán y de que nos advertirán de que el fin no será enseguida. Mientras, sigamos nosotros, los que creemos en la Palabra del Señor, esforzándonos en cuidar el mundo de la mejor manera que podamos y establecer, en la medida de nuestras fuerzas y capacidades, el Reino de Dios en este mundo.

jueves, 9 de noviembre de 2023

EL VERDADERO TEMPLO: TU CUERPO

En repetidas ocasiones he pensado y compartido mi pensamiento respecto al cuidado del cuerpo. Observo que mucha gente, sobre todos los que están en edad todavía joven, dedican un buen tiempo de su vida a cuidar su cuerpo. Los gimnasios están llenos y siempre que paso por delante de ellos me pregunto: «Está bien cuidar el cuerpo pero, ¿y el alma? Porque, el cuerpo lo tendremos durante esta vida, pero el alma será eterna. Y si perdemos – por no cuidarla – el alma, perderemos todo, cuerpo y alma.

De forma paralela podemos comparar nuestro cuerpo con el templo. No es lo que fundamentalmente tenemos que cuidar, aunque sí necesita cuidados, sino que lo verdaderamente importante es nuestra alma. Y cuidar de ella equivale a cuidar de los derechos de todo ser humano para que pueda vivir con dignidad, justicia y paz.

Eso son los templos a los que debemos prestar verdadera atención, el ser humano, dejando en un segundo plano todo lo demás que solo sirven y son medios para vivir, no para dar el verdadero culto y adoración a nuestro Padre Dios. No podemos dividir nuestros templos en mercantilismo y lugar de culto. Es decir, encender una vela al dinero y riqueza y otra a Dios. Frecuentarlo con la buena intención de cumplir, y luego dedicar el resto de nuestro tiempo a otras cosas relacionadas con nuestros intereses mercantiles y materiales.

Primero, siempre primero el Reino de Dios y luego las añadiduras temporales de este mundo que necesitamos para vivir dignamente y compartir con los que no tienen lo necesario. Dios, nuestro Padre, es Padre, valga la redundancia de todos y eso nos compromete a todos. Por tanto, debemos cuidarnos los uno a los otros. O lo que es lo mismo, amarnos tal y como nos manda el Señor.

miércoles, 9 de noviembre de 2022

Y NOSOTROS, ¿CONVERTIMOS NUESTRO TEMPLO EN UN LUGAR DE TERTULIA Y ENCUENTRO DE AMIGOS?

 
Muchas veces me he hecho esa pregunta, ¿son nuestros templos hoy lugares de encuentro y tertulias con los amigos? ¿Son nuestros templos lugares para lucir y estrenar nuestro vestuario? ¿Son nuestros templos lugares donde buscamos lucir nuestros cuerpos y modelos a la moda, y dónde comparamos y lucimos nuestra siluetas, tipos y esbeltez?

¿O por el contrario, son nuestros templos el lugar donde acudimos a encontrarnos con el Señor y a dejarnos amar por Él abriéndonos a su Palabra y a su Gracia? Realmente, ¿vamos a buscar fortaleza y alimento espiritual para luego dar testimonio de palabra y vida en nuestros círculos y entorno social? ¿Y tratamos de, injertados en el Señor, de imitarle y testimoniar su Palabra con nuestra vida y obras?

Estas y otras muchas preguntas deberían cuestionar nuestra vida cristiana cada instante y cada día que nos acercamos a la Eucaristía. Porque, de no hacerlo podemos, quizás sin darnos cuenta, convertir nuestros templos en lugares de reunión, de encuentro y de pasar un buen rato con otras personas en un clima agradable y de intercambio. Al parecer algo así paso en tiempos de Jesús y, como nos dice el Evangelio de hoy martes – Juan 2, 13-22 – expulsó a aquellos que habían convertido la Casa de su Padre en un lugar de mercaderes, intercambio y negocio.

Tomemos conciencia que el Templo es el lugar donde permanece Jesús Sacramentado, bajo las especies de pan y vino. Es el lugar donde vamos a encontrarnos y a dejarnos encontrar con nuestro Señor. Es el lugar donde acudimos a dialogar y reconocer nuestros pecados y debilidades. Y, por supuesto, a pedirle su Misericordia Infinita para, limpios de pecados, seguir nuestra andadura por este mundo esforzándonos en imitarle auxiliados por su Gracia.

viernes, 15 de julio de 2022

MÁS QUE EL TEMPLO

Mt 12,1-8

Es evidente que la Ley está para cumplirla, y será siempre bueno cumplirla. Sin embargo, otra cosa es anteponerla a la Voluntad de Dios. Porque, lo que viene de los hombres, viene manchado por el pecado, y lo que viene de Dios es lo bueno, lo que es perfecto y lo que verdaderamente nos conviene. Por tanto, primero, escuchar a Dios y luego, en sintonía con la Voluntad de Dios, amar misericordiosamente a los hombres.

Esa es la misión de la Iglesia, de Templo espiritual que es la Iglesia como continuadora de la misión de Cristo, nuestro Señor. Porque, el verdadero Templo es el Señor que demanda, no sacrificios sino Misericordia. Amar es el fundamento de la Ley, porque, una Ley que se olvida de servir en la justicia y vivir en la misericordia es una ley opresiva e inquisidora. El hombre siempre está primero y, se es justo cuando se busca el bien del hombre. Nunca anteponer la justicia al bien del hombre. Por una sencilla y simple razón: Eres justo y vives en la verdad cuando tus actos van dirigidos al bien del hombre. Un bien fundamentado en la justicia y en el amor.

―¿Has observado ―preguntó Manuel― como regañan los padres a sus hijos cuando hacen algo que no les conviene y les perjudica?

―Y creo que hacen bien ―respondió Pedro. Buscan el bien de los hijos aunque, para ello, tengan que hacerlo enfadados y con gestos aparentemente agresivos.

―Además ―siguió Manuel― si lo hacen desde el amor en Cristo Jesús, es decir, en su presencia, y buscando el bien, se notará siempre un halito de paz y amor.

―Creo que ahí está la diferencia, cuando se corrige desde el amor todo es diferente, hasta la forma de reprender. Y eso solo se consigue estando en la presencia del Señor.

―Efectivamente, cuando actuamos desde Dios y con Dios, al menos en esa buena intención, las cosas cambian y son diferentes. Porque, solo de Dios viene lo bueno, lo que nos conviene y busca nuestro bien:  La Salvación Eterna.

 

La ley – que viene de los hombres – nunca puede obligar ni enfrentarnos al amor misericordioso que viene de nuestro Padre Dios. La parábola del buen samaritano nos lo deja bien claro. Sería contradictorio dejar de hacer algo bueno y necesario para el hombre porque la ley lo prohíba. El sábado siempre estará al servicio del hombre, y nunca al revés.

lunes, 9 de noviembre de 2020

TEMPLO VIVO Y VERDADERO


Jn 2,13-22

Es posible que vayamos al templo y perdamos en él la excelencia de lo sagrado. Quizás, nos quedamos en la superstición de tocar o pedir como si de una caja mágica de regalo se tratara. En el tiempo de Jesús lo habían convertido en un espacio propicio para la mercadería y el negocio. 

Era un momento oportuno para el cambio y el trueque. Y, quizás hoy no haya cambiado, sobre todo en la forma, si en la apariencia, nuestra asistencias al templo. Porque, lo único y verdaderamente importante es que allí está Jesús - Verdadero y Vivo Templo - que se nos da, bajo las especies de pan y vino, como verdadero alimento.

Me culpo, al menos yo, que muchas misas pasan desapercibidas como si se tratara de un mero cumplimiento, deseando en mi interior que termine lo antes posible, quedándome una sensación de libertad como si se tratara de quitarme algo de encima. Ahora, el peligro no es darte cuenta de eso, sino el - dándote cuenta - aceptarlo y quedarte establecido en ello. Se hace necesario saberlo y, a pesar de nuestras limitaciones y pecados, ofrecernos también como pecadores aceptando nuestra cruz.

Porque, lo único y verdaderamente importante es que el Señor se hace presente y entrega su Vida - no cruenta ahora - para el perdón de tus pecados. Y es esa la única condición que tenemos que tener en cuenta. Conocer y sabernos perdonados con el propósito de luchar para no volver a pecar, a pesar de conocer también nuestras limitaciones por nuestra condición humana. 

Indudablemente, Jesús nos sacude y nos expulsa de ese templo construido en mi interior con el afán de riqueza, de mercadería y de nuevos ídolos creados. Jesús nos descubre ese Templo Vivo y Verdadero que está en Él y que, edificado en nuestro corazón, nos sostendrá también vivo eternamente.

viernes, 22 de noviembre de 2019

EL TEMPLO, LUGAR DE DIÁLOGO Y ORACIÓN CON DIOS

Resultado de imagen de Lc 19,45-48"
Lc 19,45-48
Sabido es que el hombre es un ser en relación que necesita relacionarse con los demás, pero, fundamentalmente con Dios. Ese Dios creador que al que se siente unido y del que espera recibir, por su Infinita Misericordia, la Vida Eterna. Porque, si una cosa es evidente es que el hombre experimenta en lo más profundo de su corazón un deseo trascendente de eternidad. Percibe e intuye que ha sido creado para la vida, Vida Eterna.

De esa experiencia vital, el hombre descubre la necesidad de intimar y dialogar con su Padre Dios. Un Dios amoroso y misericordioso que, por medio de su Hijo, el Mesías enviado, le anuncia su Plan de Salvación para compartir con Él su Gloria Eternamente. Y, a través de los siglos, el templo es el lugar, edificado y elegido, para reunirse con los demás cristianos que comparten la misma fe y orar y alabar a su Padre Dios. En el templo son convocados todos los cristianos para, reunidos y personalmente, relacionarnos en alabanzas y oraciones con Dios.

El templo es el lugar sagrado, por antonomasia, donde se reunen todos los cristianos a orar y a alabar a su Padre Dios. Es un lugar donde impera el silencio y el respeto y donde todos deben ser conscientes de que están delante del Señor. Una presencia real y auténtica bajo las especies de pan y vino. Una presencia que cumple su Palabra de que está entre nosotros hasta el final. Una promesa que, a parte de estar dentro de cada uno de nosotros en Espíritu, está presente en la Eucaristía para que podamos tocarle y alimentarnos de su Cuerpo y fortalecernos en su Espíritu.

Debemos ser conscientes del significado del templo y visitarlo con respeto y devoción y de cuidarnos de guardar el debido silencio para no entorpecer ni distraer el diálogo personal de cada cual con Jesús, la víctima propiciatoria que se sacrifica de forma voluntaria e incruentamente en cada Eucaristía para perdón de nuestros pecados.

sábado, 9 de noviembre de 2019

TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO

Resultado de imagen de Jn 2,13-22"
El templo es el lugar donde acudimos a rezar y a hablar con Dios. Es un lugar de silencio, de respeto al otro que está orando y de recogimiento sereno y reflexivo. Es el lugar común donde los cristianos, al igual que los judíos en la sinagoga, se reunen para orar y celebrar el banquete Eucarístico que nos da la Vida Eterna y nos fortalece para peregrinar por este mundo hacia la Casa del Padre.

Sin embargo, desde tiempos atrás, recuerdo en mi juventud que era un lugar donde se guardaba total silencio y se tenía que decir algo se hacía como mucho sigilo y cuidado tratando de no molestar ni prologar esa comunicación. Hoy ha cambiado y se habla con toda normalidad y sin guardar la debida compostura ni tener presente que molestamos a quienes está en oración. Es algo que debemos tener en cuenta y cuidarlo, y eso depende y pasa por la actitud de cada uno de los que asistimos al templo.

El templo es el lugar donde, ahora, porque en las primeras comunidades se hacía en las casas, eran celebraciones domésticas, pues no habían templos, se celebra el Banquete Eterno, y donde el Señor se hace presente bajo las especies de pan y vino para alimentarnos espiritualmente y darnos esa Vida Eterna que nos ofrece. Sin embargo, el verdadero templo es el Señor, que mora en nosotros y en el Espíritu Santo nos transformamos en templos vivos. Ya nos lo decía San Pablo - 1ª Corintio 3, 36 - somos templos vivos de Dios y el Espíritu de Dios habita en nosotros.

Jesús sostiene ese templo vivo que somos nosotros en Él y lo ha hecho tal y como lo había prometido: Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así?». Jesús les respondió: «Destruid este templo y en tres días lo levantaré». Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero Él hablaba del Santuario de su cuerpo. Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.

viernes, 9 de noviembre de 2018

TÚ ERES TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO

Resultado de imagen de Jn 2,13-22
Inmediatamente, después de tu bautizo tú te has convertido en templo del Espíritu Santo. Eres, pues, templo del Espíritu Santo y dentro de ti mora el Señor. Las primeras comunidades cristianas se reunían en sus casas y allí celebraban la Palabra y la fracción del Pan. Con el tiempo hubo necesidad de construir templos donde celebrar la Eucaristía y, también con el tiempo, esos templos se han convertidos en lugares de encuentros y habladurías. A veces brilla el silencio por su ausencia y se oye un ruido ensordecedor.

Supongo que sobradas razones tuvo el Señor para expulsar a aquellos mercaderes que habían hecho del templo un lugar de trueque e intercambio. El templo es la casa de Dios y como tal debe ser respetada. Casa de oración, de recogimiento y de reflexión en silencio. Casa donde prima el encuentro con Dios, pues en ella está presente sacramentalmente bajo las especies de pan y vino.

Pero, al margen de todo eso, Dios está dentro de tu corazón, y en donde dos o más se reunen en su nombre. Dios está en todas partes y presente en la vida de cada persona, incluso en aquellos que lo rechazan y le niegan su entrada. Dios está empeñado y comprometido por amor por la salvación de cada persona y persistirá hasta el final y la hora de cada cual. Ese es el amor que también nosotros debemos procurar e insistir con los demás. Jesús es nuestro modelo y el Espíritu Santo nuestro auxilio y nuestra fortaleza.

Jesús, el Señor, está presente en cada paso y vivencia de nuestra vida. Acudimos al templo para encontrarnos con Él de forma sacramental en el Sagrario, pero Él vive dentro de cada uno de nosotros y en cada instante de nuestra vida podemos relacionarnos y hablar con Él.

domingo, 4 de marzo de 2018

CON DIOS TODO SOBRA


Resultado de imagen de Jn 2, 13-25
Jn 2, 13-2
Nuestra relación con Dios no puede estar mediada por otros intereses que no sea la propia relación de un hijo con un Padre. El Padrenuestro que Jesús nos enseña describe meridianamente esa relación. Es la relación de un Padre con un hijo, que le adora, le santifica, le obedece, le pide y trata de imitarle en el perdón que de Él mismo recibe.

Por eso, el templo, lugar donde se produce esa intimidad, personal y comunitaria, no puede convertirse en un lugar de esparcimiento, de encuentros con otros al margen de la presencia del Señor. De intercambios y negocios y de ruidos que ensordecen la relación personal con el Señor. Estamos en la presencia del Señor y con y en Él todo lo demás sobra o debe ser postergado. Es la Casa del Padre y el lugar donde acudimos a visitarle, pues está presente sacramentalmente.

No ha de extrañarnos que Jesús se comportará en esos momentos de forma algo airada al ver en lo que estaban convirtiendo la Casa de su Padre. Quería dejarnos claro la finalidad y la esencia de lo que significa la Casa de su Padre. Es el lugar por excelencia donde acudimos a vernos con Él. No podemos convertirlo en otra cosa. La verdadera religión consiste en una relación gratuita, voluntaria y confiada con Dios.

Y había que dar un toque de atención. Y quizás también hoy hay que darlo, porque nuestras iglesias se están convirtiendo en lugares de bullicios, de encuentros amistosos, de ruidos y cuchicheo que se aleja del verdadero sentido del encuentro con Dios y los hermanos. No digo que no se hable o se diga lo que se tenga que decir, pero siempre en la presencia de Dios y con el debido respeto. Pero, para hablar de otras cosas de otra índole o materia debemos salir afuera.

Hagamos el esfuerzo, más ahora en cuaresma, guardar el debido silencio y la compostura correcta, porque estamos en la Casa del Padre, donde está Jesús presente bajo las especies del pan y vino y en donde tenemos la oportunidad extraordinaria de relacionarnos con Él de cara a cara.

viernes, 29 de diciembre de 2017

SEGÚN LA LEY

Lc 2,22-35
Una de las realidades que nos descubren que Jesús se hace Hombre es el someterse al cumplimiento de la Ley prescrita por Moisés. José y María cumplen con la Ley, y, como dice el Papa Francisco, hasta en cinco ocasiones insiste el Evangelio en la obediencia de María y José a la "Ley del Señor". Jesús no vino para hacer su voluntad, sino la Voluntad del Padre.

Hoy nace un nuevo día en el corazón del anciano Simeón. Se cumple esa promesa que el Espíritu Santo le había revelado que no moriría sin haber visto al Cristo del Señor. Y, movido por el Espíritu se encamina hacia el templo donde coincidirá con la presentación del Mesías en el templo. Y queda iluminado, hasta el punto que exclama: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel».

También nosotros podemos pedir esa luz que nos ilumine y nos permita ver al Redentor, que nace cada día en nuestros corazones. Y lo podemos solicitar a través de su Madre, suplicándole que interceda por nosotros y nos lo presente en el templo de nuestro corazón, para que le, como el anciano Simeón, le reconozcamos desde lo más profundo de nuestro ser.

Porque, el Señor, nace en nosotros cada día, y, también, cada día se presenta en nuestra vida invitándonos a transformarnos en hombres nuevos. Invitándonos a dejar la ley antigua y tomar la nueva, convirtiéndonos en hombres con un corazón lleno de amor misericordioso. Hombres capaces de ver más allá de las cosas de este mundo y proclamar que, el Dios hecho Hombre, está entre nosotros para proponernos vivir según la Voluntad de su Padre y, por su Gracia y Misericordia, alcanzar la dicha de llegar a estar a su derecha junto al Hijo.

viernes, 24 de noviembre de 2017

UNA NUEVA FORMA DE VIVIR EL CULTO

Lc 19,45-48
El templo se había convertido en un mercado. La necesidad de ofrecer sacrificios de animales había desembocado en un vender y comprar animales para ofrecerlos como ofrendas de sacrificio. Todo se iba desviando y quien no parecía pintar mucho era a quien iban dirigidos esos sacrificios. Jesús irrumpe en el templo echando abajo todo eso. 

En adelante no hará falta hacer sacrificios: "Misericordia quiero y no sacrificios" -Mt 9, 13-, porque el único y verdadero sacrificio es el ofrecido por el Señor entregando su propia vida para redención de todos nuestros pecados. Jesús quiere significar y llamar la atención al verdadero templo, que no es de piedra. Y que destruido, Él lo reconstruirá en tres días. Porque, el Señor nos habla del verdadero y único Templo que es Él, y que vive dentro de cada uno de nosotros.

A partir de ahora, precisamente de su Resurrección, el Señor vive en nuestro corazón. Somos templos vivos del Espíritu Santo, y dentro de nosotros tenemos al Señor al que verdaderamente adoramos en espíritu y en verdad. Desde ese momento, nuestro templo va con nosotros a todas partes. Y si nos reunimos en un lugar concreto es por la necesidad de estar juntos y unir nuestras voces en una sola voz. La comunidad nos fortalece y nos sirve de apoyo y de defensa, y de verdadera ayuda y oportunidad para amarnos.

De tal forma que, si pecamos destruimos el verdadero templo que hay dentro de nosotros. Ya no basta con estar en el templo edificio. No se trata de estar o no estar; de adoptar una actitud silenciosa o no, o de una postura y vestimenta adecuada. Se trata de que, estemos en el templo edificio o no, el verdadero templo está en nuestro corazón, dentro de nosotros. Y, bien en la calle o en el templo debemos estar en la misma actitud de respeto con el otro, donde está el Señor, y tratarlo con debida compostura, ya sea de silencio o de atención a sus necesidades o compartir.

Adorar al Señor es reverenciarlo y amarlo hasta el extremo. Pero, eso se concreta en y con el prójimo, porque es allí donde también se encuentra el Señor.

jueves, 9 de noviembre de 2017

TEMPLOS DEL ESPÍRITU SANTO

Jn 2,13-22
A veces no encuentras el camino de reflexión que te relacione con la Palabra del día. Hoy se conmemora la basílica de San Juan de Letrán y cobra relevancia el espacio o lugar donde nos reunimos en torno al Señor. Ese es el tema, tomar conciencia que el único templo es Jesús, el Señor, y Él está dentro de ti desde el momento del Bautismo. Tú y yo somos templos del Espíritu Santo.

Sin embargo, la necesidad de tener un espacio para reunirnos siempre ha sido una aspiración de los cristianos. Si bien, podemos reunirnos en nuestras casas, sabemos que tiene que ser en pequeños grupos, pues el espacio nos limita. Por eso, en la medida que la comunidad crece, también paralelamente crece la necesidad de tener espacios, los templos, para albergarnos y poder celebrar en asamblea. Así, la historia de la Iglesia nos ha dejado la construcción de hermosos templos como es este de San Juan de Letrán que hoy celebramos como cabeza de templo de la Iglesia.

Pero, Jesús, nuestro Señor, es el único y verdadero templo. Él se ha quedado con nosotros y en la Eucaristía se no da espiritualmente como alimento que nos sostiene y nos edifica. No es cosa que nosotros deducimos, sino respuesta que Él nos ha dado a la pregunta que aquellos judíos le hicieron:  «Qué señal nos muestras para obrar así?». Jesús les respondió: «Destruid este templo y en tres días lo levantaré». Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».

Nos dice el Evangelio que Él hablaba del Santuario de su Cuerpo, que más tarde, con la Resurrección, los apóstoles comprendieron. Y ahí está edificada la dignidad del ser humano. Somos templos vivos de Dios. Él está en nosotros y nos eleva a la dignidad que nos hace ser hijos de Dios y hermanos de todos los hombres. Hijos con todos los derechos a la vida. Una vida sagrada que nadie debe profanar usándola como un objeto o un medio para sus logros egoístas personales.

viernes, 18 de noviembre de 2016

JESÚS EN LUGAR DE TODOS

(Lc 19,45-48)
Sería maravilloso poder escuchar a Jesús cada día. El Evangelio de hoy nos dice que enseñaba todos los días en el templo y eso era una oportunidad única. Me imagino que quedaría maravillado y cautivado, como tantos otros que así les pudo pasar, por las Palabras de Jesús. Pero, la realidad no ha cambiado en nada, porque, aunque la situación es diferente, Jesús está Vivo y presente cada día en las diversas Eucaristía que se celebran en el mundo.

Tú y yo podemos escucharle si tenemos la oportunidad de visitarle cada día en el templo. Porque en la consagración, Jesús, se hace presente y se entrega en sacrificio por la redención y salvación de todos nosotros. Sí, Jesús nos enseña y nos habla hoy también. Se trata simplemente de estar atentos y a la escucha y de dejarnos invadir por su Palabra.

Todo se hace nuevo, y todo se renueva. Jesús es el centro y sustituye a todo sacrificio y víctima. Él se hace víctima entregándose voluntariamente por todos nosotros. Su Palabra nos salva y nos indica el camino. El mundo sería diferente si escuchara la Palabra del Señor y la pusiese en práctica. Todo tendría sentido y la felicidad invadiría nuestras almas. Una felicidad que no sólo es serenidad y paz, sino que es también eternidad. Porque la felicidad que muere no es felicidad.

Guardemos nuestro templo interior, porque dentro de nosotros vive el Espíritu del Señor si le dejamos habitar en nuestro corazón. Porque es allí donde el Señor nos habla ahora y nos enseña el verdadero camino que conduce a la Casa del Padre.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

¿DESTRUIMOS TAMBIÉN NOSOTROS NUESTRO TEMPLO?

(Jn 2,13-22)
Posiblemente, hablar y comunicarnos alguna cosa en el templo no esté mal, pero, quizás, sin darnos cuenta, estamos convirtiendo nuestros templos en lugares donde vamos a pasar un rato agradable y a hablar con los amigos y amigas. Amén de lucir nuestros modelitos y reunirnos para luego ir a tomar un café o pasteles. Es posible que neguemos esta realidad, pero a veces lo que domina nuestra presencia en la Eucaristía son esas apetencias y placeres.

Y debemos tener mucho cuidado si esto se va haciendo rutinario y hasta normal. Y, peor todavía, si esa es la conciencia colectiva que se va introduciendo en nuestros corazones hasta el punto de encontrarlo normal y bien. El Templo es un espacio y lugar de oración. Está bien que saludemos a alguna persona, pero eso no significa entablar una conversación donde Jesús desaparece y se toma como alguien con el que hablamos cuando nos cansemos de hablar con el amigo o amiga.

A veces, sobre todo en bautizos, primeras comuniones u otras celebraciones, la algarabía es tan ensordecedora que parece más una recova o lugar de la bolsa que un templo. Y nos aproximamos a lo que sucedió en tiempo de Jesús. Aquel lugar, como el nuestro de hoy, no parece la casa ni el templo de nuestro Padre Dios.

Es verdad que el Señor mora dentro de cada uno de nosotros, y el verdadero templo está en nuestro corazón, pero el templo físico, el lugar donde nos reunimos representa la Casa de oración con el Señor. Y debemos guardar respeto y silencio. Porque hay personas que necesitan reflexionar, silenciar su interior y escuchar la Palabra de Dios. 

Quizás sea la ocasión donde muchos encontramos un espacio y tiempo para, serenamente y en paz, dejar que el Señor, que habita en su corazón, le susurre con ternura y amor las enseñanzas y señales por las que debemos caminar en su búsqueda. Y con nuestro ruido y distracciones impedimos que eso suceda.

viernes, 20 de noviembre de 2015

SE INAUGURA UN TIEMPO NUEVO

(Lc 19,45-48)


El templo no es un mercado para hacer negocio. El templo no es un espacio donde muchos acuden a montar su tienda y obtener beneficios, aprovechándose del ritual y ofrecimientos de animales como sacrificio. Eso ya ha terminado. Se inaugura, con Jesús, un tiempo nuevo.

Se acabó el ofrecimiento de animales como sacrificio. Jesús, el Mesías enviado por el Padre, es la Víctima propiciatoria que paga, dando su Vida, por todos los pecados del Universo. Y con un sólo sacrificio la humanidad es redimida y rescatada del pecado para siempre. ¡Estamos salvados! Y ahora depende de cada uno de nosotros de dar la respuesta adecuada.

Y la respuesta adecuada es adecuar, valga la redundancia, nuestra sencilla vida a la de Jesús, y según Jesús. No se trata de inventarnos una vida según nosotros, y tomar algunas cosas que nos interesen de la de Jesús. ¡No!, se trata de vivir según su Palabra. Y eso supone ir adaptando y transformando nuestra vida según los impulsos del Espíritu Santo, que nos ayuda y nos dirige iluminándonos y dándonos sabiduría y fortaleza para superar todos los obstáculos y murallas que se levantan en nuestro camino para impedirnos avanzar.

Y el templo, el nuevo Templo, es la casa de oración, donde los que tratamos de seguir a Jesús buscamos un espacio, en silencio y en paz, poniéndonos en comunicación, en hilo directo, de corazón a Corazón, con el Señor Jesús. 

Es el nuevo tiempo que inaugura Jesús. Es la vieja y antigua ley, transformada y renovada para el hombre nuevo, nacido en el Bautismo, que proclama e inaugura Jesús. Pidamos entrar en el nuevo Templo que Jesús nos prepara y nos anuncia. Mi Casa es Casa de oración.

lunes, 9 de noviembre de 2015

SOMOS TEMPLOS DE DIOS

(Jn 2,13-22)


Se hace difícil imaginar a Jesús echando a aquella gente del templo, y volcándole las mesas donde hacían todo tipo de operaciones. Habían convertido el templo en un lugar de transacciones comerciales y de todo tipo de interés económico. Su finalidad, dar culto y alabanza a Dios, se había pospuesto.

No cabe ninguna duda que el acto de Jesús descubre valentía, y, sobre todo, compromiso con su Misión, la de revelar a los hombres la Buena Noticia de salvación que, en Él, se cumplía. El verdadero templo de Dios queda fijado en el interior de cada hombre. Somos templos vivos de Dios, y en Cristo seremos, como Él, resucitados.

El templo físico, hasta ahora, lugar donde los creyentes se reunían, no era sino el espacio dedicado a celebrar el culto y la alabanza a Dios. Lugar que ya se estaban profanando dedicándolo a otros menesteres de tintes económicos. Jesús, lo descubre e instituye el templo espiritual que cada uno somos al quedar configurados por Jesús, en nuestro Bautismo, como profetas, sacerdotes y reyes.

Somos templos del Espíritu Santo, y como Jesús, nadie podrá destruirnos, porque, en Él, resucitaremos al final de los tiempos, cuando venga a establecer su Reino. En esa esperanza caminamos por este mundo contra las tempestades, soportando las adversidades y sufrimientos, porque sabemos de nuestra victoria final.

Allí, donde haya una o más personas reunidas en el nombre de Dios, allí hay un templo santo de Dios. De tal manera que nunca, mientras haya un creyente, se podrá destruir el verdadero Templo de Dios, que somos cada uno de sus hijos.

domingo, 8 de marzo de 2015

¿ ES NUESTRO TEMPLO UN MERCADO?

(Jn 2,13-25)


Posiblemente no sepamos donde están las diferencias y el respeto y silencio. Hoy los templos, sin apenas dadnos cuenta, se van convirtiendo en lugares de encuentro y de charlas. Mientras se espera que empiece la celebración Eucarística lo pasamos hablando de nuestras cosas.

No es que esté mal, pero, hemos venido a ver y a celebrar el triunfo de Jesús sobre la muerte. Y lo que hacemos es vernos nosotros y encontrarnos nosotros. No es, tampoco, que eso sea malo y necesario, sino que para eso habrá otro tiempo. Ahora es tiempo de mirar al Señor y celebrar su Pasión y Resurrección.

La Casa del Señor es Casa de oración. Es Casa de recogimiento, de silencio, de reflexión y meditación. Es Casa de alimento y de fortaleza para, luego, vivir, en el Espíritu Santo, el amor que nos une y nos identifica con Xto. nuestro Señor.

Por eso debemos de respetar el lugar sagrado, es decir, el Templo, y guardar el debido respeto que nos prepara y recoja para presentarnos dignamente al Señor. Porque si no guardamos el Templo, ¿que haremos con el verdadero Templo que somos cada uno de nosotros? Porque dentro de cada hombre hay un verdadero Templo de Dios. Un Templo que debemos cuidar y mantener limpio de toda impureza.

Un Templo libre de orgullo, de envidias, de egoísmos, de soberbia, de odios, de venganza, de consumo, de mercantilismo, de ambiciones...etc. Un Templo donde la presencia de Dios sea el centro y fin de nuestras vidas.

martes, 25 de noviembre de 2014

EL TEMPLO NO ES UN LUGAR DE VISITA

Lucas 21, 5-11

 Podemos convertir el templo en un lugar de visita. De hecho, muchos lo visitan como turistas, como amantes de la historia, como un lugar donde justifican con alguna fotografía su viaje a aquella ciudad. Pero, también nosotros acudimos, muchos a diarios, a rezar, a celebrar la Eucaristía... Y puede ocurrir que nos pase lo mismo. Es decir, que seamos simplemente turistas o vayamos en plan de visita.

¿Por qué digo esto?, porque me pregunto que consecuencia puede tener esas visitas a Jesús en mi vida, pues de no incidir en ella estoy cumpliendo con el mismo roll que los demás. El Templo no es un lugar de visita, sino un lugar donde visitamos a Jesús Eucarístico y con el cual estamos comprometido desde nuestro bautizo. Y ese compromiso debe, si es en espíritu y verdad, reflejarse en mi vida.

El mundo es reflejo de esas visitas o no visitas. De las visitas porque, si son auténticas e injertadas en Xto. Jesús, el estilo de vida de Jesús se vivirá en tu familia, en tu trabajo, en tus relaciones con los demás y en todo lo que a lo largo de cada día te rodea y te relacionas. El mundo, al menos tu mundo, se irá haciendo  mejor. Y si eso se multiplica en cada creyente, en muchos lugares de este mundo se irá haciendo presente el Reino de Dios.

De no ser auténticas sino rutinarias, turísticas, los criterios de Jesús no incidirán en la vida de esas personas, y sus mundos serán mundos enfocados a satisfacer sus egoísmos y a pasar por encima de los demás. De esta forma, cada lugar por donde pasen sembrarán cizaña y empeorarán el mundo.

Por eso, el templo, el edificio, no es el fundamento ni lo importante. El verdadero Templo es Jesús, y Jesús vive en nosotros si lo vivimos en nuestra vida y lo hacemos presente con nuestro testimonio y trabajo. El Templo será simplemente el lugar donde le visitamos y donde Él se encuentra bajo las especies de pan y vino de forma Eucarística Sacramental.