Mt 12,1-8 |
Esa es la misión de la Iglesia, de Templo espiritual
que es la Iglesia como continuadora de la misión de Cristo, nuestro Señor.
Porque, el verdadero Templo es el Señor que demanda, no sacrificios sino
Misericordia. Amar es el fundamento de la Ley, porque, una Ley que se olvida de
servir en la justicia y vivir en la misericordia es una ley opresiva e inquisidora.
El hombre siempre está primero y, se es justo cuando se busca el bien del
hombre. Nunca anteponer la justicia al bien del hombre. Por una sencilla y simple
razón: Eres justo y vives en la verdad cuando tus actos van dirigidos al bien
del hombre. Un bien fundamentado en la justicia y en el amor.
―¿Has observado ―preguntó Manuel― como regañan
los padres a sus hijos cuando hacen algo que no les conviene y les perjudica?
―Y creo que hacen bien ―respondió Pedro. Buscan
el bien de los hijos aunque, para ello, tengan que hacerlo enfadados y con
gestos aparentemente agresivos.
―Además ―siguió Manuel― si lo hacen desde el
amor en Cristo Jesús, es decir, en su presencia, y buscando el bien, se notará
siempre un halito de paz y amor.
―Creo que ahí está la diferencia, cuando se corrige
desde el amor todo es diferente, hasta la forma de reprender. Y eso solo se
consigue estando en la presencia del Señor.
―Efectivamente, cuando actuamos desde Dios y
con Dios, al menos en esa buena intención, las cosas cambian y son diferentes.
Porque, solo de Dios viene lo bueno, lo que nos conviene y busca nuestro
bien: La Salvación Eterna.
La ley – que viene de los hombres – nunca puede obligar ni enfrentarnos al amor misericordioso que viene de nuestro Padre Dios. La parábola del buen samaritano nos lo deja bien claro. Sería contradictorio dejar de hacer algo bueno y necesario para el hombre porque la ley lo prohíba. El sábado siempre estará al servicio del hombre, y nunca al revés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.