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en este mundo será vano. No hay otra alternativa, para encontrar esa felicidad
eterna que todos buscamos, sino Jesús. Él es Camino, Verdad y Vida. Es nuestra
referencia, nuestro modelo y nuestro guía. Sin Él nos desorientamos y perdemos
el rumbo y objetivo de nuestra vida: la felicidad plena y gozosa eterna.
Jesús
nos enseña a superar todos los obstáculos que nos impiden el camino correcto y
verdadero. Nos invita a tomar su yugo y, como Él, ser manso y humilde para
aceptar y soportar las adversidades que el camino de esta vida mundana nos
presenta. Queramos o no las dificultades aparecerán y con ellas el sufrimiento
y el dolor. Pero, en y con el Señor encontraremos sosiego, paz, sentido y
fortaleza para aceptarlas y superarlas.
Todos
nuestros esfuerzos deben ir dirigidos a poner como objetivo principal de nuestra
vida la Voluntad de Dios. Así lo hizo Jesús y así nos lo enseña. La Voluntad
del Padre debe ser nuestro principal objetivo. Todo los demás queda sometió a
ella. Jesús, nuestro modelo, acata la Voluntad de su Padre y, toda su Vida, está
puesta en y para hacer la Voluntad de su Padre. Voluntad que pasa por amar a
todos los hombres hasta el extremo de entregar su Vida.
―La
experiencia nos va descubriendo la dureza de la vida ―manifestó algo apesadumbrado
Manuel.
―Se
te ve triste ―alegó Pedro.
―No
es para menos. La vida es dura y hay muchos momentos que el cansancio y la
dureza del esfuerzo te amenazan con doblegarte y rendirte.
―Sí,
eso es cierto, pero el Evangelio de hoy nos da esperanza y consolación ―dijo
Pedro.
―Y
es precisamente lo que me llena de esperanza y alegría. Tenemos Alguien donde
apoyar todas nuestras fatigas, desilusiones y cansancios. Jesús se nos ofrece
hoy como verdadero alivio de nuestro cansancio y agobios.
La
cara de Manuel reflejaba el sentir de sus propias palabras. Su semblante apesadumbrado
se tornaba ahora apacible, esperanzado y consolado. En y con Jesús la dureza de
la vida encontraba descanso y paz.
El camino es duro y angosto pero, lo sabemos, su curso desemboca en esa gloria, plena de gozo y felicidad eterna que es el Cielo. Y ese final no debemos perderlo nunca de vista. Se nos ha dicho, es la puerta estrecha la que nos lleva a la felicidad eterna. Una felicidad que supera todas las adversidades que este mundo nos puede presentar.
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