lunes, 17 de diciembre de 2018

JESÚS ENCARNADO EN UNA DESCENDENCIA

Resultado de imagen de Mt 1,1-17
Mt 1,1-17
Jesús no aparece desencarnado de una descendencia humana. Sus orígenes están bien localizados en una descendencia generacional que llega hasta el momento de su nacimiento. Unas generaciones que se enmarcan en tres grupos de siete. Desde Abrahan, padre de la fe hasta David; desde David hasta que el pueblo es deportado a Babilonia y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo.

No aparece Jesús desligado de una descendencia. Tras de sí hay toda unas generaciones donde se encuentra de toda, desde mujeres extranjeras, rameras y paganas. Mateo parte desde Abrahan, pero Lucas llega hasta Adán. Lo verdaderamente importante es que Jesús se hace hombre con un pasado generacional que le vincula a su encarnación como Hijo de Dios en Naturaleza humana.

Una encarnación que le iguala a cualquier humano y, abjándose y despojándose de todo privilegios deja su Naturaleza Divina para igualarse al hombre menos en el pecado. Y, como hombre, emprende el camino que le lleva a descubrir su Misión, la de ser el enviado por el Padre para anunciar a los hombres la salvación. A anunciarlo el Amor de un Padre que nos quiere y que nos ofrece liberarnos del pecado.

Ese pecado que nos tienta cada día y nos hace experimentar lo que no queremos experimentar. Nos enfrenta, por egoísmos, a los otros. Nos duele ver feliz a otros; nos exige que los otros sean como nosotros; nos hace formarnos una idea de las cosas y que queremos que los otros las vean igual. Interpretamos el mundo de una forma y pensamos que esa es la forma verdadera de interpretarlo. Estropeamos todo con nuestra forma de ser y pensar.

Jesús, hombre como nosotros, pero verdadero Hijo de Dios, nos enseña a ver el mundo de otra forma y a pensar que la única manera de permanecer unidos, aceptarnos, querernos y vivir en la verdad y la justicia, es decir, amarnos, es mirarnos en Jesús y abrirnos a su Palabra. Porque, Él es el verdadero y único Camino, Verdad y Vida.