martes, 17 de marzo de 2020

LA EXPERIENCIA DE SER PERDONADOS TE EXIGE TAMBIÉN PERDONAR

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Mt 18,21-35
No se trata de una correspondencia equitativa de perdonar porque eres perdonado. Nade puede merecer ni pagar la Misericordia Infinita de Dios. No nos perdona nuestro Padre Dios porque nosotros perdonemos, pues nuestro perdón no alcanza a merecer la Misericordia de nuestro Padre. Somos perdonados de forma gratuita y amorosa porque Dios así lo ha querido, y porque, su Amor, es Infinito. Nada de merecimientos ni de méritos. Somos seres finitos que no alcanzamos el Infinito Amor de Dios.

Ahora, si es verdad que ese Infinito Amor de Dios nos pone en disponibilidad de hacer también nosotros lo mismos con aquellos que nos adeudan o nos ofenden. Tal y como nosotros somos perdonados por Dios, nuestro Padre. Es de sentido común que si somos perdonados, también nosotros perdonemos. No entra en la lógica humana ser perdonados y, luego, nosotros no perdonar. Parece que lo natural y normal es también perdonar nosotros. Por eso, también nosotros debemos perdonar.

Pero, la pregunta se cae por su propio peso. ¿Tenemos nosotros fuerza y voluntad para perdonar a los que nos deben y nos ofenden? La experiencia y nuestra propia naturaleza nos descubren que no. Somos limitados, pecadores y nuestros criterios se ajustan más al diente por diente y ojo por ojo que al perdón a los enemigos y deudores. De ahí la oración del Padrenuestro: ... y perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden...

Necesitamos pedir la Gracia de Dios para perdonar y así poder recibir su Perdón. Porque, nuestro Padre Dios, no condiciona su perdón, sino que según tú perdonas, Él también te perdona a ti. Es decir, serás perdonado en la medida que tú seas capaz de perdonar también. Parece que eso es lógico y natural. No cabe en nuestra cabeza y consideraríamos injusto que no fuera así. ¿Acaso crees que mereces perdón cuando tú no perdonas a otros? A la luz del Espíritu Santo reflexiónalo.