domingo, 1 de septiembre de 2024

UNA LUCHA DESDE EL CENTRO DE TU CORAZÓN

No nos contamina lo de afuera, sino lo que viene de dentro. De modo que si mis pensamientos son puros y bien intencionados, mis actos – afuera – serán buenos y cargados de buenas intenciones Sin embargo, si sucede lo contrario, es decir, mis pensamientos son impuros, todo mi ser y obrar será malo y cargado de malas intenciones.

Esa es la máxima que nos da Jesús en el Evangelio de hoy: (Mc 7,1-8.14-15.21-23): … «Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre».

Estamos muy inclinados a intentar darle soluciones a los problemas que están en el exterior dando órdenes precisas o buscando soluciones que resuelvan los problemas aparentemente bastante sencillos. Sin embargo, la cosa se complica cuando, desde dentro de nosotros mismos, tratamos de resolver los problemas mirando nuestra conveniencia e interés. Entonces, los problemas parecen otros y se hacen complejos. Al menos más complejos de lo que realmente son.

Y es que las dificultades y problemas exteriores están muy relacionadas con nuestros pensamientos, actitudes y creencias interiores. Todo se cuece dentro, y nuestros actos exteriores vienen condicionados por los pensamientos que se generan en el epicentro de nuestro corazón.

Porque, según lo que viva en tu corazón será lo que hagas y persigas en tu vida. De modo que tu soberbia, tus deseos de venganzas, de odio, de fornicación, de adulterio, de codicias, de homicidios, de robos, de orgullo, de malicias, de fraudes, de desenfreno, de envidia, de difamación y de frivolidad nacen dentro de tu corazón. Y si logras, claro, con la asistencia del Espíritu Santo, discernir y conducir todos esos deseos y pensamientos, tus actos serán buenos y estarán en consonancia con los que Dios quiere de ti.