miércoles, 14 de diciembre de 2022

PROCLAMA LO QUE VEN TUS OJOS

No se trata de proclamar lo que me han mandado. Resulta que cuando es así no llega al corazón del otro. Viene a ser como dar un recado de parte de otro. ¡No, nada de eso, se trata de proclamar lo que tú has visto y vives! ¡Se trata de proclamar tu propia experiencia de salvación! Manifiesta que te sientes otro, que eres un hombre nuevo y que, a pesar de las dificultades, de los problemas y de la inevitable cruz de la muerte, tu vida es la gran oportunidad y la maravilla de vivir en la esperanza de la Resurrección. Y es eso lo que comunicas, lo que transmite y anuncias a los demás.

La respuesta que da Jesús a los enviados de Juan es precisamente esa: Mira, los cojos andan; los ciegos ven; los leprosos quedan limpios… Es decir, la vida tiene sentido, la enfermedad y la muerte no son ni tienen la última palabra. Dios se ha encarnado en el Hijo para salvarnos y librarnos de la esclavitud del pecado. Y son precisamente los pobres y los necesitados los que descubrimos esa presencia de Dios entre nosotros. Y lo hacemos por nuestra pobreza que nos hace ser humildes y necesitados del Amor Misericordioso de Dios.

Preguntémonos, ¿qué ven nuestros ojos? ¿Qué esperanza tenemos y cuál es nuestro objetivo en este mundo? ¿Acaso pensamos que todo termina con la muerte? ¿Es esa nuestra esperanza? Pues eso es lo que nos descubre, nos anuncia y nos da el Adviento, la espera del Mesías que nos trae la salvación eterna. La muerte ya no nos asusta porque no es el final. Al contrario, es el comienzo de la Nueva Vida Eterna junto al Padre.