viernes, 9 de julio de 2021

EN UN MUNDO AL QUE NO PERTENECEMOS

Mt 10,16-23

Indudablemente, estamos en este mundo, pero no somos de este mundo. Hemos sido creados para vivir eternamente en un mundo de paz, verdad, justicia y, sobre todo, amor. Pero, previamente hemos de pasar por el puente de este mundo para llegar al otro, a ese otro al que hemos sido destinados. Y no es fácil, porque, no consiste simplemente en caminar y acabar el recorrido de esta vida, sino que va a depender mucho de la intensidad de nuestro amor durante el paso de nuestra vida por este mundo.

La visión de este mundo está en confrontación con el otro. Mientras aquí vale la ambición, el poder, la riqueza y la supremacía de unos sobre otros hasta el extremo de someterlo, explotarlo y hasta matarlo. En el otro mundo, ese que del que Jesús - el Hijo de Dios - nos ha hablado, prima la verdad, la justicia, la fraternidad y el amor. Es un mundo de paz, de justicia y de amor. Es un mundo de plena felicidad, gozo y eternidad.

Pero, costará sudor, lucha, dolor y sangre llegar a él. Porque, tendremos que olvidarnos de nosotros; prima siempre el bien del otro y sobre todo, amar al enemigo. A ese que te va a hacer sufrir, que te odia y quiere borrarte de este mundo. Fue ese camino el que recorrió Jesús, el que aceptó y sufrió por y para rescatarnos y libertarnos de la esclavitud del pecado. Y el camino que nos ha dejado señalado para que también, los que queramos seguirle, lo recorramos.

Ahora, no tengamos miedo porque no estamos solos. Nos acompaña el Espíritu Santo, recibido en nuestro bautismo, y al cual hemos prometido agarrarnos e injertarnos para afrontar la lucha contra ese mundo que nos quiere profanar, destruir y pervertir. En y por Él seremos fuertes y resistiremos las embestidas del mal. Precisamente, ha venido para acompañarnos y fortalecernos en esa lucha de cada día.