domingo, 23 de agosto de 2020

JESÚS, EL HIJO DE DIOS

Del Santo Evangelio según San Mateo 16, 13-20. "Tú eres Pedro ...
Mt 16,13-20
Todos confesamos, al menos los creyentes, que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre. Pero, una cosa es confesarlo y otra muy distinta vivir eso que se confiesa. Ayer decíamos que cumpliéramos lo que dicen los escribas y fariseos, pero que no hiciéramos lo que ellos hacen. Es decir, tratar de cumplir lo que dicen, según la Palabra de Dios, pero no tomar sus ejemplos de lo que realmente viven y hacen en sus propias vidas.

La pregunta está en el alero y se nos plantea también ahora a nosotros: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Qué significa Jesús para mí? ¿Es alguien del que oigo hablar como manifiestan muchos?; ¿es un gran profeta y nada más?; ¿o, simplemente un buen hombre y hizo cosas buenas e importante? Pero, a pesar de todas esas cosas que oyes, ¿quién es Jesús personalmente para ti? ¿Te atreve a profundizar y a responder seriamente?

Cuando Jesús les hizo esa pregunta a los apóstoles, Pedro respondió : «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Es verdad que Pedro fue asistido y auxiliado por el Padre, sin el cual nada podemos entender y, menos, comprender. Pensemos que, unos días más tarde, Pedro niega por tres veces al Señor, a ese que hoy señala y afirma que es el Hijo de Dios. Eso descubre nuestras pobrezas y nuestra necedad y de que sólo, por la Gracia de Dios, podemos encontrar esa fe de creer en Jesús, el Hijo de Dios Vivo.

Sin embargo, no somos seres sometidos a unos instintos, pasiones o deseos. Es verdad que nuestro pecado nos inclina a esclavizarnos y someternos a ellos, pero, somos libre y podemos decir que no a lo que nos arrastra a decir que sí. Es decir, tenemos una voluntad y una razón para discernir lo bueno de lo malo, y la mentira y el engaño de la verdad y lo justo. Y esa voluntad y libertad podemos ponerla en manos del mal o entregarla al Espíritu Santo, recibido en nuestro bautismo, para que nos ayude, nos dé fortaleza y nos acompañe en la lucha de todos los días contra el pecado que el Maligno quiere que cometamos.

Lo verdaderamente importante es determinar si Jesús es Alguien que incide en mi vida y que influye en ella y que, a través de su Palabra y el ejemplo de su Vida, entregada por y para mi salvación, yo le sigo y me apoya en la Iglesia que Él ha dejado en manos de Pedro y el colegio apostólico.