lunes, 10 de mayo de 2021

LA HORA DEL ESPÍRITU SANTO

 

No es lo mismo recibir el bautismo que no recibirlo, ni tampoco estar bautizado que no estarlo. Porque, el bautismo te hace hijo de Dios y recibes en él al Espíritu Santo, ese Defensor del que habla hoy Jesús en el Evangelio: En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Cuando venga el Defensor, que yo os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. 

Es, en esa hora, la del bautismo, cuando recibimos la maravillosa y grandiosa dignidad de ser hijos de Dios, también recibimos al Espíritu Santo - Defensor - que nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida y nos auxilia, nos asiste y defiende contra el poder del príncipe de este mundo - demonio -. De ahí la gran importancia de recibir el bautismo. Porque, el Espíritu que recibimos es el mismo que acompaño y condujo a Jesús al desierto. El mismo que bajo sobre Jesús en su bautizo en el Jordán. 

Sin la acción del Espíritu Santo no podemos actuar ni vencer a las tentaciones y seducciones de este mundo. Por tanto, bautizarnos es imprescindible y necesario, porque, a lo largo de nuestro camino tenemos que llevar la cruz que nuestras circunstancias, nuestra realidad y nuestro ambiente nos presentna y nos compromete. Un compromiso serio y profundo que nace de nuestro verdadero compromiso bautismal. 

Y así, fortalecidos en y por el Espíritu de Dios resistimos con alegría, esperanza y fe a esas tentaciones y seducciones con las que el mundo trata de  silenciar esa buena Noticia de esperanza y salvación a la que el Espíritu Santo nos anima y nos invita a proclamar.