| Lc 21, 12-19 |
—Es la única forma de ganar y hacernos con el poder —replicó Alejandro—. Hay que comprar votos, como sea, para triunfar.
Lo
dieron por inútil. Las miradas de desprecio y rechazo se cruzaron en el salón.
—Esta
persona no nos vale —se oyó decir desde el fondo. Muchos le dieron la espalda.
José
Antonio se mantuvo firme. Sabía que tendría oposición, pero su fe no le
permitía actuar de otra manera. No cabía en su corazón aceptar algo contrario a
su conciencia.
Mientras
se retiraba, le vino a la memoria la experiencia de las primeras comunidades
cristianas. “Ellos también sufrieron persecuciones por su fe en Cristo”,
pensó.
Con
el tiempo, la Iglesia comprendería (Lc 21,12-19) que no se trataba solo de
intereses, sino de que los contenidos de la fe de Cristo —amor, justicia y
defensa de la dignidad humana— encuentran siempre la oposición cerrada de los
privilegiados.
El
Reino se abre camino en medio de conflictos y enfrentamientos. Aún hoy, quienes
defienden la fe de Jesús se topan con contradicciones y resentimientos.
Jesús
nos invita a confiar y perseverar en Él, pues “ni un cabello de nuestra cabeza
perecerá”.