Mt 18,1-5.10 |
La lucha está servida y cada día nace un nuevo día cargado de nuevos afanes, pero también problemas. Cada día es una lucha contra nosotros mismos y tenemos que sobreponernos a nosotros mismos, a nuestras apetencias, pasiones, comodidades y egoísmos. La lucha está servida entre lo material y lo espiritual. Sin darnos cuenta primamos nuestras aspiraciones materiales sobre las espirituales y eso nos supone un serio peligro.
Queremos destacar y ser más que los demás y tratamos de ridiculizar o empequeñecer la imagen de los que nos rodean. Escondemos nuestros defectos y exaltamos nuestras virtudes. De alguna manera vivimos en la apariencia y en la falsedad mostrándonos no como realmente somos, sino como nos gustaría que los demás pensaran de nosotros. Buscamos los fallos de los demás para enaltecer los nuestros. Todo lo contrario a lo que realmente pensamos que debe ser, pero nos escondemos hipócritamente en nosotros mismos.
Y Jesús nos propone ser como niños. Niños, que no significa ser como un niño, sino hacernos pequeños y sencillos y reconocernos pecadores y no mejor que otros. Ser consciente de que necesitamos a Dios y somos pequeños ante Él. Ser naturales, confiados y abiertos a abrirnos al Señor y a confiar en Él. De eso se trata, de abajarnos y de reconocernos pequeños ante Dios y de tomar conciencia de sabernos protegidos, vigilados y cuidados por tus ángeles enviados a acompañarnos y a auxiliarnos en nuestro vivir de cada día.