miércoles, 20 de septiembre de 2023

INSENSIBLES A LA PALABRA: NI BAILAMOS NI LLORAMOS

Suele suceder que todo lo que nos cuestiona nuestro estado acomodado nos molesta. Reaccionamos cerrando nuestros oídos y desviando nuestra mirada. ¡Indiferencia! Esa es la palabra, indiferencia a todas las cosas que cuestionan nuestra cómoda vida y la invitan al cambio, a la solidaridad, a la misericordia y compasión de todos aquellos que lo pasan mal.

La frase: «A estas horas ya no voy a cambiar» resume muy bien nuestra situación y nuestra actitud ante lo que el Evangelio nos propone hoy: (Lc 7,31-35): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¿Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen? Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y… Convine leerlo despacio, adentrarnos en el significado de sus palabras y aplicarlo a mi vida actual, la de hoy, la de este momento.

Bailo cuando me interesa. Aplicado a este momento lo podemos observar con claridad meridiana en nuestro sistema político. Cada cual baila según le interesa y en la sintonía que satisface sus necesidades y placeres. Y lo demás poco o nada me interesa. Miro para otro lado y me evado de los problemas de los que sufren, de los que no tienen para comer, de los que sus sueldos son míseros pero sus trabajos duros y excesivos. Son explotados.

Y mientras la barca – el país – se hunde a mi solo me interesa lo mío. Los demás de alguna manera solo existen cuando me conviene. Llegada la hora de las elecciones mi baile será de otra manera. Luego, más de los mismo, acomodo todo a mis esquemas y a mi situación cómoda y tranquila. La pregunta salta por sí sola: ¿Si no somos capaces de bailar o llorar en sintonía con los que sufren o lloran y nuestros corazones no experimentan compasión y misericordia, estaremos verdaderamente vivos?