jueves, 5 de diciembre de 2019

TÚ, SEÑOR, ERES MI ROCA Y MI REFUGIO

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Mt 7,21.24-27
La vida es frágil y en cualquier instante puede resquebrajarse y hundirse en el abismo más profundo, si camina apoyada en sus propias fuerzas, como si sobre arena movediza tratara de avanzar. El hombre, sobre todo cuando va a favor de la corriente, se siente fuerte y se apoya en sus fuerzas e inteligencia, pero la mínima tormenta lo hace zozobrar y se derrumba. Es entonces cuando experimenta su debilidad y su limitada fortaleza humana. 

El mundo puede parecer hermoso y suave para unos pero, para otros puede ser tremendamente duro y difícil. Sin lugar a duda que en esas posibilidades entran en juego nuestro carácter y capacidades y la manera de utilizarla, y también la disponibilidad ante las circunstancias que la vida te presenta. Porque, si te apoyas en ti mismo y en tus propias fuerzas y en las que el mundo te ofrece, te hundirás tarde o temprano, porque todo lo que en él hay tiene fecha de caducidad.

Sin embargo, si tu apoyo es en el Señor, dueño de la vida y la muerte, tu vida que sostenida por su Amor y su fortaleza. El Señor es mi Pastor y con Él nada me falta. Él es mi fortaleza, porque, apoyado en Él soporto las inclemencias del tiempo y los fuertes vendavales a los que la vida me enfrenta. En ellos doy testimonio de mi fe en el Señor. En y con Él todo lo puedo, pues su Amor y Misericordia da verdadero sentido a mi vida.