lunes, 4 de octubre de 2021

PRÓXIMO O CERCANO, ESE ES TU PRÓJIMO.

Lc 10,25-37

No se trata simplemente de cumplir y hacer, sino de ver quien está necesitado y ayudarle. Bien, es verdad que hay muchos necesitados que no se dejan ayudar y rechazan todo acercamiento y disponibilidad a ser ayudados, pero, si quieres estar cerca de Dios no te quedes simplemente en el amor a Él, sino prolonga ese amor al más cercano y necesitado que está a tu lado. 

Porque, tu prójimo es ese, el que te necesita y puedes ayudarle. Hoy vivimos la época de la comunicación y, a través de los medios tecnológicos podemos estar comunicados con todo el mundo. Podríamos llegar a decir, de alguna manera, que todos los que están necesitados de este mundo son nuestros prójimos. Y es que hoy, aunque no forma presencial, pero si muy efectiva, podemos todos ayudarnos. Ejemplos muchos, pero, por citar alguno actual, nombraría la erupción volcánica de la Palma.

La parábola lo deja claro, aquellos, sacerdote y levita, vieron a herido, pero no se pararon a socorrerle, sino que justificándose miraron para otro lugar y marcharon a su compromiso dejando su verdadero compromiso: amar al prójimo como a ti mismo. Y es que nos equivocamos cuando queremos elegir a nuestro prójimo, porque, nuestro prójimo no nos es dado, sino que se presenta en nuestra vida de muchas formas. Puede ser aquel que necesita un consejo; aquel que necesita ser escuchado; aquel que está confundido, solo e inquieto y necesita ser dirigido, empujado, animado. Pueden ser muchos que buscan y necesitan ayuda. 

Porque, los pobres y necesitados - prójimos - no son aquellos  que cumplen esa premisa, sino los que, siéndolos, se abren y se dejan ayudar. Son los que permiten que tu disponibilidad, tu amor entre en el suyo y aceptan esa ayuda que tú aceptas darle. Son los que se acercan en actitud necesitada y abierta o permiten y dejan que seas tú quien se acerque a él.