miércoles, 23 de octubre de 2024

PREOCUPADOS POR HACER EL BIEN A LOS DEMÁS

Quizás lo más importante, y motor de nuestra vida, sea la inquietud y preocupación permanente por hacer el bien y porque los demás gocen de ese bien. En otras palabras, luchar por el bien de la humanidad. Y nuestra mayor gloria sería que nuestro Señor nos sorprendiera en esa actitud y disponibilidad en nuestra última hora en este mundo.

La lucha está establecida queramos o no. Por un lado, nuestras pasiones, mundo y carne, nos someten y seducen hasta el punto de que nos experimentamos impotentes para vencerlas. Por otro lado, el demonio, se encarga de convencernos de que lo que nos ofrecen mundo y carne esconde nuestra felicidad. Es el ofrecimiento de la manzana que experimentaron nuestros primeros padres.

Y la realidad es que, por mucho que queramos, no podremos escapar a esa lucha de cada día. El bien o el mal están dentro de nosotros y, sin la asistencia del Espíritu Santo, que recibimos en nuestro bautismo, quedaremos a merced del mundo, demonio y carne. No hay otra alternativa. Sólo, abiertos al Amor Misericordioso de nuestro Padre Dios, podremos estar en disposición de vencer a esos tres peligros que amenazan nuestra alma: mundo, demonio y carne.

De nada vale lo mucho que hayamos recibido si, tanto material como espiritual, no lo ponemos en función de los demás. Precisamente, ese es el motor que nos debe poner en alerta y activarnos a estar preparados cuando nos llegue la hora de presentarnos ante el Padre.