domingo, 14 de febrero de 2021

PONIÉNDOSE EN EL LUGAR DEL ENFERMO - LEPROSO -

Mc 1,40-45

La ley del aquel tiempo decía que el leproso debe mantenerse fuera del pueblo y de toda relación con los demás. Es considerado impuro y tiene que proclamarlo para evitar contagiar a los sanos. Son tiempos donde no hay otras soluciones y como tal se procedía. Sin embargo, en esta ocasión, tanto el leproso como Jesús se saltan esa ley y el uno y el mismo Jesús se tocan. El resultado es que el leproso queda limpio.

Aquel enfermo de lepra creía que Jesús - si quería - podía limpiarlo. Y, decidido, se acerca a Jesús. Contraviene la ley, pero su deseo de ser curado le impulsa a acercarse. Y Jesús, viendo su fe y, por tanto, su atrevimiento que prueba su fe, le concede su deseo: «Quiero; queda limpio».

Desde ese momento, Jesús queda fuera y no puede entrar en el pueblo. Todos le buscan y quieren acercarse a Él para ser sanados de sus dolencias y enfermedades. El leproso sanado no pudo callarse y pregonó por todo el pueblo lo que Jesús había hecho con él. Es paradójico, ahora es Jesús quien tiene que alejarse de la gente y el leproso - ya curado -  está dentro del pueblo.

Queremos significar simbólicamente que Jesús se pone en nuestro lugar, toma nuestros sufrimientos, enfermedades y dolores para aliviar nuestra carga y nuestro camino. Su objetivo y misión le lleva al compromiso de entregar su Vida en la Cruz para salvarnos definitivamente de la muerte del pecado y darnos la Vida Eterna. Es ese testimonio de vida el que debemos nosotros tomar y, a pesar de nuestras limitaciones, debilidades y pecados esforzarnos en parecernos a Él entregando nuestra vida por los demás