miércoles, 12 de marzo de 2014

UN SIGNO QUE NOS CONVENZA

(Lc 11,29-32)


Siempre estamos pidiendo signos o pruebas que nos demuestren lo que nos dicen. Nuestra razón no acepta sino aquello que ve y queda demostrado, y en ese sentido también le pedimos pruebas al mismo Señor. Jesús nos responde de esta forma: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación.

Jonás fue un signo de conversión para los ninivitas que se convirtieron por su predicación, pero nosotros no reaccionamos a la predicación del que es más grande que Jonás, el Señor. Pasamos indiferentes a sus Palabras y no nos enteramos de su Mensaje ni de los tiempos litúrgicos que nos ofrece la Iglesia. Seguimos absortos en nuestro mundo consumista y caduco cegados a la verdadera luz que no deja de alumbrarnos.

Pero somos libres de responder o no, y al parecer nos merecemos ser llamados malvados y perversos porque teniendo la salvación elegimos la muerte. ¿Es eso lo que buscamos? ¿Un signo que nos evada de tener fe y confianza en Jesús? ¿Buscamos la prueba que no nos haga pasar por el riesgo de creer y de transformarnos por amor? ¿Es esa nuestra actitud ante la presencia de Jesús?

El Señor es la señal, el enviado.  Él es el Camino, la Verdad y la Vida y quién cree en Él tendrá vida eterna.