jueves, 29 de diciembre de 2022

EN EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY

Lc 2, 22-35

José y María guardaban la Ley, pero no cualquier Ley sino aquello que estaba prescrito por la Ley del Señor. Esto no significa ni está en contradicción con otras leyes, digamos sociales y del pueblo, que buscan el bien común, la verdad y justicia. Pero, significativo es que José y María daban prioridad en sus corazones a la Ley del Señor.

Y es que la Ley del Señor, de un Señor que nos ama con locura misericordiosa es la mejor Ley que podamos cumplir. Es la Ley por excelencia que nos salva y libera de la esclavitud del pecado y nos lleva al encuentro salvífico con Dios nuestro Padre. Deseemos también nosotros cumplir la Ley. La Ley de Dios por encima de todo que nos hará instrumentos de su Amor Misericordioso para construir un mundo según su Voluntad.

En el Evangelio de hoy también destacan dos figuras que nos ayudan a caminar por Ley del Señor según su Voluntad. Hablamos de Simeón, hombre justo y piadoso que esperaba la consolación de Israel; y en él estaba el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Desde este testimonio de Simeón podemos preguntarnos: ¿También nosotros esperamos al Hijo prometido que nos trae la salvación eterna? ¿O, por el contrario vivimos en un mundo de espaldas al Señor?

Por otro lado está la profetiza Ana que inspirada por Dios está siempre en el templo sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Destaca su actitud de fe y perseverancia que testimonia en esa, valga la redundancia, perseverancia que nos lleva al encuentro misericordioso con el Señor.