domingo, 13 de junio de 2021

UN SEMILLA QUE CRECE POR LA GRACIA DE DIOS

 

El misterio es inaccesible para el hombre, pero accesible para Dios, porque para Él no hay nada imposible. La semilla plantada por el hombre crecerá por la Gracia de Dios sin que el hombre se dé cuenta ni entienda el por qué. Es lo que observamos cada día con las semillas plantadas, crecen y se desarrollan sin contar con nosotros y sin que nos demos cuenta.

Igual ocurrirá en nuestra vida apostólica, la semilla plantada con nuestro esfuerzo evangelizador crecerá y dará frutos por la Gracia de Dios. Es Dios quien hace crecer la semilla que nosotros, con nuestro esfuerzo hemos sembrado. Por y para Dios nos ha creado libres. Por mucho que queramos ocultarlo y esconderlo, la huella de Dios está sembrada en nuestros corazones.

Sabemos, por eso reconocemos nuestra condición pecadora, que también en nuestros corazones hay tierra mala - el pecado original - que impedirá que la semilla crezca y dé buenos frutos. Es la lucha que nos toca a nosotros debatir y resistir abriéndonos a la Gracia de Dios y dejando que el Espíritu Santo nos asista, nos dirija y nos fortalezca contra esa mala cizaña que nos amenaza con ahogarnos y estropear esa cosecha de buenos frutos que el Señor, nuestro Padre Dios, nos regala gratuitamente.

Todo está en manos de Dios. Él solo nos pide que sembremos, según nuestras capacidades y posibilidades, y la cosecha será cosa de Él. Eso debe animarnos a sembrar sin esperar resultados. Porque, los resultados, dependerán y serán de Dios. Él es el Sembrador con mayúscula y quien hará que la tierra dé buenos frutos. Su Palabra, sembrada humildemente por el hombre, dará frutos por obra y gracia de Dios, quien la hará fructificar en su momento y según su Voluntad.