miércoles, 31 de octubre de 2018

LA PIEL DE GALLINA

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Lc 13,22-30
Se me pone la piel de gallina y me tiembla el corazón. Las Palabras que pronuncia Jesús me dejan temblando: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’, y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».

Y sus Palabras me confirman lo que he estado pensando estos últimos días. Hay que conocer la Palabra de Jesús en toda su extensión. Porque, no podemos quedarnos sólo con la Misericordia que nos revela de su Padre y que nos perdona todo porque podemos engañarnos y formarnos un dios a nuestra medida y según nuestra imaginación. Claro, como Dios me perdona siempre no tengo por qué preocuparme mucho ni por esforzarme demasiado. Puedo hacer algunas cosas y resevarme otras según mis caprichos.

¡Cuidado!, podemos estar creando un dios a nuestra medida y sorprendernos con encontrarnos la puerta cerrada! ¡Mucho cuidado! Sí, Dios es Misericordioso y está siempre dispuesto a perdonarnos, pero también necesita nuestro arrepentimiento y nuestro esfuerzo y compromiso para poder perdonarnos. Y eso nos exige perseverancia, esfuerzo y compromiso a cada instante y a cada día. La puerta estrecha es estrecha y entrar por ella nos va a exigir esfuerzo, renuncias, sacrificios, vigilia, disponibilidad, oración, cercanía a Jesús y todo lo que sea darnos y amar.

Pidamos paz, sabiduría y fortaleza para conocer bien la Palabra del Señor y esforzarnos en cumplirla. Porque, lo verdaderamente importante es poder entrar un día por esa puerta y ser abrazados por el Señor.