lunes, 15 de enero de 2024

CON EL ESPÍRITU SANTO NOS ABRIMOS A UNA VIDA NUEVA

No hemos recibido el Espíritu Santo para seguir igual. Todo lo contrario, el Espíritu de Dios nos invita a abrirnos a una vida nueva. Una vida que, poco a poco, va germinando, como si de una semilla se tratara, para dar frutos de amor y misericordia. Porque, para eso ha venido el Hijo de Dios, para transformar nuestros corazones en corazones – valga la redundancia – de amor y misericordia.

Y ha llegado el Reino de Dios. ¡Está entre nosotros!, por tanto no podemos ayunar mientras vivimos injertados en el Señor. Él vive en nosotros y derrama su Gracia en nuestros corazones de modo que no necesitamos ayunar porque estamos en y con Él. Otra cosa que en muchos momentos de nuestra vida debamos prepararnos para fortalecernos ante las seducciones y tentaciones. La oración se fortalece con el ayuno y también nuestra voluntad se ve reconfortada y fortalecida con la sobriedad y sacrificio.

Sin embargo, lo verdaderamente importante es nuestra actitud para estar abiertos al Espíritu Santo y a la novedad que cada día nos alumbra la Palabra de Dios. Una novedad cuyo fundamento principal es el amor y la misericordia. Porque, de nada vale el sacrificio y el ayuno si dejamos a un lado al pobre, al que sufre y al que nada tiene.

Nuestro principal ayuno es abrirnos a las necesidades de aquellos que sufren y que carecen de lo imprescindible para vivir dignamente. Ese es el vino nuevo que hay que echar al odre nuevo.