martes, 10 de noviembre de 2020

ETERNAMENTE AGRADECIDO, SEÑOR, DE TRABAJAR Y ESTAR CONTIGO

 

Con frecuencia solemos quejarnos en nuestro trabajo y, reclamar derechos y mejores condiciones. Realmente, ¿nos sentimos agradecidos por tener la oportunidad de poder trabajar y gozar de todas las ventajas que nos da tener trabajo? ¿Caemos en la cuenta de la importancia y lo que significa tener trabajo? Sin embargo, en la medida que lo tenemos, perdemos el valor de su importancia y, encima, protestamos, exigimos y reclamamos derechos olvidando nuestros deberes.

Aquel hermano mayor de la parábola le reprochó a su padre que no le había dado un cabrito para disfrutarlo y compartirlo con sus amigos. Y, sin embargo, había matado el becerro cebado para celebrar el regreso del hijo que se había marchado. ¿Qué nos dice esto? El Evangelio nos interpela sobre esta cuestión. A este reproche del hijo mayor, el padre le responde: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 

Y es que de la misma forma tendremos nosotros que estar agradecidos a nuestro Padre para darnos la oportunidad de estar en su Casa y servirle. Ese es nuestro deber, responder como servidor a su Infinita Misericordia y Amor. Simplemente, cuando cumplimos con su Voluntad no hacemos sino lo que realmente debemos hacer. Y todo por nuestro bien, porque somos nosotros los más beneficiados.