jueves, 28 de febrero de 2019

BUSCAR SIEMPRE EL BIEN

Resultado de imagen de Mc 9,41-50
Mc 9,41-50
En el fondo de todo corazón humano hay siempre una tendencia a hacer el bien, pero, en muchas ocasiones no hacemos lo que queremos sino todo lo contrario. Ya lo decía Pablo - Rm 7, 19 - y se establece una lucha constante cada día de nuestra existencia. El objetivo es vivir en el amor, es decir, en esa disponibilidad para estar constantemente en actitud de servir y hacer el bien.

Esa constante preocupación por todo lo que me rodea en aras de hacer el bien y, sobre todo, aliviar el sufrimiento y dar esperanza. Una esperanza que se agranda y se aviva en la medida que hagamos el bien. De modo que, todo aquello que nos pueda inducir a hacer el mal, a satisfacer nuestro egoísmo a costa del sufrimiento y la opresión de otros debemos cortarlo, porque eso nos aleja de la presencia y del agrado de Dios.

Aunque Jesús es bondadoso y compasivo, no olvidemos que nos ha creado libres y eso nos exige respuesta. Somos responsables de nuestros actos y no podemos dejar de hacer todo aquello que podemos hacer. Para eso, además de nuestra libertad tenemos nuestra voluntad y con ella podemos luchar para dejar lo que nos perjudica y nos estropea nuestra relación con Dios y aferrarnos a hacer las cosas que le agradan, que no es otra que la de amarnos como hermanos.

No podemos quedarnos con los brazos cruzados, porque el Espíritu Santo nos ayudará pero en todo aquello que nosotros con nuestras fuerzas no podamos. Para eso y por eso se nos ha dado la capacidad de decidir. Tratemos de buscar siempre el bien y de hacerlo aunque nos cueste y vaya contra nuestros intereses, pues de nada nos sirve conservar la vida y el placer en este mundo si perdemos la verdadera vida que nunca acaba. Porque, todo lo que aquí nos puede hacer feliz tiene su tiempo medido y termina. Por lo tanto, aspiremos a la verdadera vida.