sábado, 20 de febrero de 2021

LA EXPERIENCIA DE SENTIRTE PECADOR


En realidad es una Gracia de Dios experimentar y saberte pecador. Porque, de no conocer tu debilidad pecadora, tampoco serás consciente de tus pecados, y menos de la necesidad de limpiarlos. Mientras no descubras que eres un enfermo, tampoco descubrirás la necesidad de un médico. Son experiencias tan vitales que solo cuando las descubres entenderás su presencia y necesidad.

Esa fue la experiencia de Leví - Mateo - a la llamada de Jesús. La experiencia de ese encuentro con Él fue lo que desbordó su entusiasmo y su seguimiento. ¡Pensemos!, primero fue la llamada de Jesús: «Sígueme». El, dejándolo todo, se levantó y le siguió. Y Leví, quizás, para conocerlo mejor le ofreció un comida en su casa - Leví le ofreció en su casa un gran banquete. 

Me atrevo a comentar que eso son los dos primeros a seguir. Responder a la llamada de Jesús, que nos llama, y escuchar lo que nos dice. Y nada mejor que en un banquete donde hay espacio y tiempo para hablar. Luego, después tú decidirás, porque Jesús no te obliga, te propone lo mejor, lo que sabe que tú buscas y deseas. Claro, previamente a conseguirlo hay un camino - en muchos momentos oscuro, arriesgado y duro - pero, siempre con una gran luz al final que lo compensará todo.

Leví actuó así. Eso se desprende del Evangelio. Se dió cuenta de la necesidad de un médico para lavar y sanar sus pecados, y lo encontró en Jesús. También nos toca a nosotros acercarnos a Jesús y a tratar de conocerlo. Pero, para eso necesitamos a alguien que nos acerque a Él, como le ocurrió a aquel eunuco etíope - Hch 8, 26-40 -. Hoy no está Jesús presente corporalmente y necesitamos a alguien que nos hable y nos acerque a Él. La Iglesia cumple esa misión que ha heredado de los apóstoles tal y como Jesús la dejó en manos de ellos.