lunes, 20 de febrero de 2023

¿CREEMOS REALMENTE EN EL PODER DE LA FE?

Jesús nos ha dicho que si tuviéramos fe moveríamos montañas. Es Palabra de Jesús. Ahora, ¿la creemos? Esa es la cuestión que tenemos que plantearnos y la reflexión que nos ofrece este Evangelio. Posiblemente, convergeremos en que nos falta mucha fe, más de la que creemos o sospechamos.

La primera apreciación es que la Palabra de Jesús, nuestro Señor e Hijo de Dios, se cumple y el nos ha dado, supuesta la fe, poder para expulsar los demonios y sanar enfermedades. Por lo tanto, tiene que cumplirse. Y de no hacerlo tenemos que pensar que es cuestión de falta de fe. 

Nos extraña ver a Jesús tenso y enfadado: ¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo los tendré que soportar? Son palabras que no dejan lugar a duda del enfado de Jesús. Y, en consecuencia, actúa liberando a ese niño del demonio. La conclusión es que también se nos ha dado a nosotros ese poder. Un poder que nace y se esconde desde la fe y la oración. Y eso no es cosa de aparentarlo, decirlo, sino creerlo. Y el Señor sabe realmente la medida de nuestra fe por mucho que queramos aparentar ante los demás.

Es evidente que nos parecemos muchos a los contemporáneos del tiempo de Jesús. Nos falta fe, al menos a mí, y esa es mi batalla, pedirla y pedirla cada día. Quizás mi camino sea ese, perseverar en pedirla y confiar que algún día la tendré. De momento, y esto es vivencia propia, mi lucha es a campo abierto con la amenaza de las seducciones y tentaciones que vienen del demonio, y mi fortaleza está puesta en mi Madre, la Virgen María, Madre de Dios y en el Señor. Con Él vencerá todas las acometidas con las que Satanás intenta seducirme y tentarme.